LAS PUERTAS DE LA TRAICIÓN
La puerta de la traición es un elemento muy común en los recintos amurallados (trade gates, Reino Unido; port du trahisson, Francia; porta da traiçao, Portugal, etc.) (1). En general, suele corresponderse con un pequeño postigo situado en un lugar discreto o de difícil acceso aunque en Badajoz fueron puertas de cierta entidad que recibieron este nombre por asociarse a ellas algún episodio histórico en el que medió una traición.
Los tres acontecimientos que han dado lugar a sus correspondientes puertas de la traición son:
-El asalto del año 1169 (Alfonso Enríquez y Gerardo Sem Pavor).
-La conquista del año 1396 (Juan I).
-Los sargentos traidores del año 1652.
1. Alfonso Enríquez. 1169
El episodio del año 1169 tiene como principales actores al rey portugués Alfonso Enríquez y a Geraldo Sem Pavor. Este último era un guerrero de frontera que operaba con mucha autonomía pero bajo la tutela del Rey de Portugal (2). La acción “conjunta” de ambos, Alfonso Enríquez y Geraldo, les llevó a dominar las plazas de Trujillo, Évora, Jurumenha, Lobón, Alconchel, Mourao, Cáceres, etc.
Las conquistas portuguesas dejaban a Badajoz en una posición muy comprometida ya que estaba rodeada de plazas hostiles y su abastecimiento resultaba cada vez más difícil. Finalmente, Geraldo Sem Pavor decidió tomarla. Los historiadores no se ponen de acuerdo sobre la fecha del ataque pues José Mattoso asegura que fue en abril de 1169 mientras que Ribeiro se inclina por el 3 de mayo de ese año (3).
La táctica habitual de Geraldo era el ataque por sorpresa mediante un grupo que escalaba los muros, anulaba a los centinelas y dejaba expedito el paso al resto de la tropa. Algunos autores consideran que gracias a esta táctica consiguieron superar las murallas de la cerca urbana de Badajoz y se apoderaron del caserío de la medina pero los hombres de Geraldo no pudieron entrar en la Alcazaba y mientras no se apoderasen de ella no serían dueños de Badajoz. Para reforzar a las tropas de Geraldo y culminar la conquista se presentó en Badajoz el propio Alfonso Enríquez (4).
En estos años Badajoz estaba bajo domino almohade y sin embargo el rey de León, Fernando II, no dudó en acudir en su ayuda cuando tuvo noticia del ataque portugués. Solano de Figueroa nos descubre los motivos que impulsaron a Fernando II
“…aunque la poseian los moros (Badajoz) estaba á la obediencia del Rey don Fernando ó por lo menos era de su conquista…” (5)
Es decir, Solano de Figueroa hace suya la explicación que se expone en varias crónicas (Castilla, los Once Reyes y Alfonso Enríquez) que aluden a las relaciones entre el Rey leonés y los almohades y sobre todo que Badajoz caía dentro de la órbita de expansión territorial de León. Dicho de otro modo, Fernando II no podía permitir que Badajoz pasase a dominio portugués pues la futura expansión leonesa hacia el Sur quedaría gravemente amenazada y amputada. En efecto, en el Tratado de Sahagún (1158) los reyes de Castilla (Sancho II) y León (Fernando II) delimitaron sus respectivas zonas de expansión y además acordaron no entrar en tratos con el rey de Portugal. Al reino de León le correspondieron las plazas situadas a la derecha del Guadalquivir desde Niebla hasta Lisboa incluyendo Montanchez, Mérida, Badajoz, Évora, Mértola, etc. Por otro lado, Alexandre Herculano considera que en el Tratado de Celanova (1160) pudo establecerse la frontera entre Portugal y León en el río Guadiana (6).
Los motivos que trajeron a Alfonso Enríquez hasta Badajoz no están claros. Unos autores vinculan el ataque con el repudio de Doña Urraca, esposa del rey de León e hija del rey portugués. No obstante, este hecho, que sin duda enojó a Alfonso Enríquez, ocurrió después del ataque a Badajoz (7). En la misma línea, la Crónica Latina apunta que Badajoz había sido entregado como dote de la boda y ahora pretendía recuperarla. Otros autores relacionan el ataque con la fundación de Ciudad Rodrigo (fundada por un enemigo de Alfonso Enríquez que contó con la protección del rey leonés) (8).
Sea como fuere, el rey de León se puso en camino para socorrer a los almohades con los que tenía un pacto de ayuda y sobre todo para defender su futura zona de expansión. Cuando las tropas leonesas llegaron a una legua de Badajoz los portugueses se habían apoderado de dos partes de la ciudad aunque los musulmanes resistían en la Alcazaba. Sobre este hecho están de acuerdo todas las crónicas. La Primera Crónica General de España va más allá pues asegura que Alfonso Enríquez tenie los moros ençerrados en una torre (9). Esta versión nos parece un tanto exagerada pues la Crónica de los Once Reyes repite las mismas palabras pero con un “ligero” matiz
“…El rey don Alfonso de Portugal (…) priso de la villa bien las dos partes e tenien los moros ençerrados en el castillo…”(10)
Es decir, los musulmanes se habían hecho fuertes en la Alcazaba y aguantaban los envites de las tropas portuguesas de Alfonso Enríquez y Geraldo.
Sobre el desarrollo de los hechos tras la llegada de los leoneses hay varias versiones. En primer lugar, tenemos el relato de R. de Hoveden. Según este autor el rey Alfonso Enríquez había llegado a un acuerdo con los musulmanes por el cual se rendirían si en el plazo de una semana no recibían ayuda. Mientras se cumplía el plazo los portugueses se desperdigaron por los campos que rodean Badajoz. Esta circunstancia fue aprovechada por leoneses y almohades que atacaron conjuntamente y por sorpresa a las tropas portuguesas. El propio Alfonso Enríquez, que descansaba plácidamente en su tienda, se vio sobresaltado e intentó escapar pero cuando salía por una de las puertas de la muralla se rompió la pierna al golpearse con el cerrojo de la puerta (11).
Otros relatos sitúan la fractura antes de la batalla
“…En el veynte y tres años del reinado del rey don Ferrando –que fue en la era de mill e dozientos e diez nueve años- el rey don Alfonso de Portugal (…) saco su hueste y se fue sobre Badajos (…) El rey don Ferrando luego que lo supo saco su hueste e fue sobre el rey de Portugal: e poso a una legua de la villa. Los cavalleros del rey don Alfonso dixeron: Señor, hevos aquí el rey don Ferrando do vine sobre, vos con gran hueste. El rey don Alfonso les dixo: Pues armemosnos e vayamos a el al canpo. El rey don Alfonso seyendo ya armado, firio el cavallo de las espuelas e fue por salir por la puerta. E el portero cuando abrio la puerta no empuxo el berrojo adentro. El rey saliendo muy recio por la puerta fue a dar de la pierna en el cerrojo e quebrose la pierna. Esto fue por el pecado quel fiziera contra su madre. E cayo luego fuera de la villa en un centeno que y avie. Don Ferrand Ruys, el castellano, que lo vio fue para el rey don Ferrando e dixole. Señor, aquí yaz el rey don Alonso con su pierna quebrada: e prendezle. E fue luego preso e levado al rey don Ferrando…” (12)
La Crónica de Castilla nos ofrece un desarrollo casi idéntico de los hechos pero señala que Alfonso Enríquez se fracturó la pierna después de la batalla que mantuvo contra los leoneses. Esta Crónica señala que tras ser derrotado, Alfonso Enríquez huyó del campo de batalla para refugiarse en la ciudad
“…E tan rresçyo entraron por las puertas de la villa que se quebranto el rrey de Portogal la pierna en el cerrojo de las puertas de la villa…” (13)
El asunto de la batalla no es baladí. En efecto, Fernando II debió aproximarse a Badajoz desde el cuadrante N.E siguiendo el camino de Mérida que es el que permitía acceder con mayor facilidad a la Alcazaba. Es decir, si Alfonso Enríquez se quebró la pierna cuando se dirigía a entablar batalla con los leoneses entonces deberíamos situar la puerta en las murallas que ceñían el curso del Rivillas. Por el contrario, si el hecho en cuestión sucedió después de la batalla entonces deberíamos situar la puerta en la ruta de escape hacia Portugal, es decir, en el otro extremo de la ciudad.
Frente a las versiones anteriores, procedentes de crónicas cristianas, la versión de lo hechos que se viene aceptando de forma generalizada es la que nos ofrece Ibn Sahib al-Sala, historiador de Beja que fue casi contemporáneo de los acontecimientos que estamos viendo. Según este autor cuando las tropas leonesas se aproximaron a Badajoz los portugueses salieron a su encuentro trabándose una batalla que se saldó con la victoria de los leoneses. Entonces, Alfonso Enríquez, se vio obligado a buscar refugio en la ciudad. Los almohades, que debían seguir el curso de los acontecimientos desde la Alcazaba, cuando comprobaron que los leoneses venían en su ayuda abrieron un boquete en una de las murallas de la Alcazaba
“...por un lado escondido, que no conocieron los cristianos, compañeros de Ibn al Rinch (Alfonso Enríquez) y cuando se convencieron de la llegada de Fernando, el Baboso, y de la persistencia de la guerra en él e Ibn al-Rink, abrieron este agujero y salieron todos por él a la puerta próxima de las puertas de la ciudad y la abrieron y metieron por ella el ejército de Fernando (...) y lucharon en el interior de la ciudad con los cristianos; y los almohades sitiados ayudaron a los compañeros de Fernando (...) y huyó Ibn al-Rink fugitivo y vencido, y cuando quiso salir por la puerta de la ciudad de Badajoz, inquieto y presa del miedo violento, estaba la barra de la puerta de la ciudad atravesada (...) y se apresuró el maldito Ibn- al-Rink en la salida, y en la prisa por huir y abrirse camino, rompió la barra de la puerta su muslo derecho, y cayó en el sitio desvanecido, y lo transportaron los infieles, sus compañeros, al lugar conocido por Caya, en las cercanias de Badajoz, y lo siguieron los caídes de Fernando, el Baboso, ya mencionado; lo condujeron preso ante él...” (14)
El relato de Ibn Sahib al-Sala menciona un boquete, brecha o portillo y dos puertas en la cerca de la medina. El portillo o boquete fue abierto por los musulmanes en las murallas de la Alcazaba. Por este portillo salió de la Alcazaba un grupo de almohades que abrió una puerta de la cerca urbana para que entrase el ejército leonés. La puerta debió emplazarse en las murallas de la ciudad o del Arrabal Oriental más cercanas a la Alcazaba. Por último, se menciona la puerta en la que se fracturó la pierna Alfonso Enríquez.
Para no extendernos más en este asunto concluimos con los relatos de Duarte Galvao y la Primera Crónica General de España sobre este episodio. El primero de ellos señala
“…E aconteceu que o cabo do ferrolho nao ficara bem colhido ao abrir das portas, e o cavalo, assim como ia correndo, topou nele com a ilharga de guisa, se feriu muito: e quebrou a perna a el-Rei (…). Nisto, o cavalo que ia ferido, nao podendo mais suter-se, caiu com el-Rey sobre a mesma perna, e acabou-lha de quebrar de todo, de maneira que os seus nao puderam mais levantá-lo, nem pô-lo a cavalo…” (15)
En la Primera Crónica General de España se dice que tras la derrota el Rey Alfonso Enríquez se refugió en la ciudad pero no considerándola segura huyó por
“… la puerta de la çipdad que se cerraua con pestiello de fierro, et puxo ell al pestiello por abrir la puerta et salir, mas non se abrio bien la puerta pero salio el rey mas tanta fue ell angostura de la puerta que crebo alli la pierna al rey, et el apenas pudo salir en el caballo que non cayesse del a tierra. Et fue y preso luego assaz mal parado…”(16)
Según Jiménez de Rada, tras hacer prisionero a Alfonso Enríquez los leoneses se dispusieron a tomar la ciudad aunque los musulmanes no ofrecieron resistencia y entregaron al rey Fernando II la Alcazaba y la ciudad (17). Asimismo, la victoria permitió a Fernando II recuperar las plazas que habían conquistado los portugueses (18).
El suceso de Badajoz resultó fundamental para el futuro desarrollo del reino de León y los documentos leoneses del año 1669 suelen terminar señalando que ese fue el año que Fernando II conquistó Badajoz e hizo prisionero al rey de Portugal (1169) (19).
Buena parte de los historiadores han supuesto que Alfonso Enríquez se fracturó la pierna en la Puerta de la Coracha. Por este motivo dicha puerta se viene conociendo también como la Puerta de la Traición. En las siguientes líneas intentaremos demostrar que ambos supuestos son erróneos.
En primer lugar, los historiadores y cronistas de los siglos XVI y XVII (Rodrigo Dosma, Fray Francisco de Coria, Gil González Dávila y Solano de Figueroa) no mencionan la Puerta de la Traición cuando relatan el episodio de Alfonso Enríquez. Por el contrario, todos ellos vinculan la Puerta de la Traición con la toma de la ciudad por las tropas portuguesas del rey Juan I en el año 1396, por tanto, no debemos asociar la Puerta de la Traición con Alfonso Enríquez sino con Juan I. Esta hipótesis no es nueva pues, ha sido defendida por varios autores a lo largo del siglo XX (Adelardo Covarsí, Leopoldo Torres Balbás, Fernando Castón, Arcadio Guerra, Manuel Terrón Albarrán, etc.) aunque al final la tradición se ha impuesto sobre el rigor histórico.
Por otro lado, consideramos muy poco probable que Alfonso Enríquez se fracturase la pierna en la Puerta de la Coracha. En efecto, las crónicas apuntan que cuando el rey de León llegó a Badajoz los portugueses habían conquistado la ciudad pero los almohades conservaban la Alcazaba. Si esta información es cierta, Alfonso Enríquez no pudo huir por una puerta de la Alcazaba ya que no consiguió entrar en ella. A esto se podría objetar, y con fundamento, que los portugueses podrían haber entrado en la Alcazaba y los almohades sólo controlasen el alcázar que se levantaba en el extremo S.E. de la Alcazaba. En cualquier caso, resulta muy significativo que todas las crónicas apunten que el percance de la pierna ocurrió en una de las puertas de la ciudad (20).
Especialmente significativa es la versión que nos ofrece Fray Francisco de Coria. Este autor sostiene que tras el enfrentamiento con los leoneses el rey Alfonso Enríquez se refugió en
“…una parte de la ciudad que era entre las dos cercas la cual ya tenía ganada a lo moros…” (21)
Si la información de Fray Francisco de Coria se ajusta a la realidad resulta evidente que la puerta por la que salió Alfonso Enríquez se encontraba en la cerca urbana. Fray Francisco Coria señala también que Alfonso Enríquez huyó de noche y por este motivo no vio el cerrojo.
Por otro lado, debemos tener presente la cronología de la Puerta de la Coracha. Sobre esta cuestión debemos recordar que Fernando Valdés estima que el frente norte de la Alcazaba es una obra almohade y la citada puerta se abre en este frente (22). Si esta hipótesis es cierta, nos encontramos con un dato definitivo ya que las obras almohades debieron realizarse después de abandonar Badajoz el rey Fernando II (21 de mayo de 1169). En efecto, tras partir Fernando II, llegó a la ciudad una importante tropa de almohades para reforzar la guarnición y las fortificaciones.
En nuestra modesta opinión la identificación de la Puerta de la Coracha con la puerta en la que Alfonso Enríquez se facturó la pierna es obra de Nicolás Díaz y Pérez. Este autor apoya su tesis en un plato “encontrado” cerca de la Puerta de la Coracha en el que aparece cincelada la inscripción R.A.º H. ANO MCXLVII que el mismo traduce como Rege Alphonso Enríquez an(n)o 1147. Por el contrario, Matías R. Martínez nos aclara que la pieza en cuestión fue adquirida por la Comisión de Monumentos que la compró a unos anticuarios ambulantes que posiblemente la habían conseguido en Llerena o Zafra pues de allí procedían otras antigüedades que vendieron a dicha Comisión. En nuestra modesta opinión Nicolás Díaz y Pérez echó mano de su fértil inventiva para situar en esta puerta el episodio de Alfonso Enríquez. La gran difusión de su obra ha contribuido a dejar sentado en buena parte de la historiografía badajocense que la Puerta de la Coracha es la puerta en la que Alfonso Enríquez se fracturó la pierna. Más sorprendente es que la nomine puerta de la Traición cuando no medio traición alguna. Volveremos sobre este asunto al tratar el episodio de Juan I.
Entendemos que los argumentos anteriores bastan para descartar a la Puerta de la Coracha como el lugar en el que Alfonso Enríquez se rompió la pierna. Pasemos ahora a localizar la puerta por la que huyó Alfonso Enríquez y en la que se fracturó la pierna. Para ello nos apoyaremos en Solano de Figueroa pues los autores anteriores a él o no recogen este episodio (Rodrigo Dosma) o se limitan a relatar los hechos de forma muy sumaria (Gil González Dávila) (23). Según Solano de Figueroa
“…La puerta por donde intentó salir el Rey de Portugal, en cuio çerrojo se quebró la pierna, está çerrada, y estaba en aquel lienço de muralla que cae sobre el Rio á las espaldas de la huerta que llaman del obispo, y era la puerta prinçipal, porque estaban alli las barcas para el pasaje de guadiana: y en aquellos tienpos, y mucho después, no vuo Puente. Pero cuando se fabricó, por darla mas hermosura, la dieron nueua puerta: çerrando la que antes tenia y con auerse çerrado, está abierta para dar noticia de este suceso…” (24)
Es decir, Solano de Figueroa ni menciona la Puerta de la Traición cuando habla de Alfonso Enríquez ni sitúa la puerta en la Alcazaba. Según este autor, la puerta por la que huyó Alfonso Enríquez se encontraba a las espaldas de la Huerta del Obispo, por tanto, si localizamos la huerta tendremos también la puerta. Afortunadamente la Huerta del Obispo es una finca conocida y bien documentada. Sabemos que fue propiedad de los señores de Higuera de Vargas (Gabriel de Silva y Vargas y su esposa). La propiedad era administrada por el presbítero Juan de Vera al que dichos señores habían dado poder para alquilar la finca. Junto a la huerta tenían los señores de Higuera unas casas principales que durante algún tiempo tuvo alquiladas Alonso García Silíceo (Alguacil mayor y asentista del pan de munición del Real Ejército de Extremadura) para fabricar el pan de munición destinado a la tropa. En una escritura de arrendamiento, fechada el 18 de junio de 1644, se especifica que la huerta se encontraba
“…dentro de los muros desta ciudad que llaman la huerta del obispo que alinda con las casas principales de la plazuela vieja de los dhos. mis partes (los señores de Higuera de Vargas) y con el olivar del conuento de los flayres de S. Domingo y otros linderos…” (25)
No es el único documento que menciona la huerta pues ya hemos dicho que es una finca que está muy bien documentada (26). Gracias a estas fuentes podemos situar la huerta entre la Plaza de Portugal (Plazuela Vieja), el Parque de Castelar y las murallas.
Fig. 2. Plano del Krigsarkivet. (SÁNCHEZ RUBIO, C.M.; SÁNCHEZ RUBIO, R.: Badajoz en el Krigsarkivet. El hallazgo de la visión más lejana, Excmo. Ayuntamiento, Badajoz, 2003).
El plano de Badajoz del Krigsarkivet es el documento definitivo que utilizaremos para situar la huerta. Según este plano la Huerta del Obispo estaba delimitada por las actuales calle de Vasco Núñez, la Plaza de Portugal, la calle de Gómez de Solís y la Avenida Ramón y Cajal (27).
F.3. Plano de Badajoz con el trazado aproximado de la muralla medieval y la Huerta del Obispo.
Tras esta breve reseña bibliográfica queda claro que la puerta citada por Solano se abría en las murallas que se extendían entre la Puerta de Palmas y la Torre del Canto del Guadiana.
Fig 4. Vista de Badajoz en la que se aprecia una entrada que debe corresponderse con la puerta citada por Solano (TERRÓN ALBARRÁN, M.: ”Petrvs Primvs Episcopvs Pacensis” La Catedral de Badajoz, Tecnigraf, Badajoz, 2007, pág. 105).
Hasta hace poco tiempo suponía que la puerta se abría en la estructura de trazo acodado que el plano del Krigsarkivet sitúa frente a la actual calle de Vasco Núñez. La estructura acodada estaba reforzada con una torre que fue derribada en el siglo XVII aunque el resto de la estructura se mantuvo en pie hasta el siglo XVIII. Debió ser una obra de cierta entidad y bastante consistencia pues en un plano de Badajoz de Juan de Subreville (9 de mayo de 1738) se dice que era una torre de piedra. Los últimos restos fueron demolidos cuando se construyó la cortina que une el baluarte de San Vicente con el semibaluarte de Palmas. Una estructura de trazado acodado idéntica a esta se levantaba en las traseras de la Escuela Oficial de Idiomas justo donde Arcadio Guerra insinúa que se abría una puerta (28).
La información de Arcadio Guerra me había persuadido que la puerta se abría en la citada estructura acodada pero hace poco Manuel Terrón ha publicado una vista en la que observamos que la puerta se encontraba justo al lado de la estructura. Desgraciadamente la vista es demasiado esquemática y lo que es peor inexacta ya que falta al menos una torre en el tramo de muralla comprendido entre la Puerta de Palmas y la Torre del Canto. Por otro lado, la puerta propiamente dicha está representada como una auténtica brecha si bien también está perfectamente representado el camino que conducía a ella e incluso el entronque del camino con una de las rampas del puente.
Varios documentos citan una puerta cerca de la Torre del Canto del Guadiana, es decir, en la misma zona que estamos viendo (29). No podemos terminar sin mencionar un curioso episodio que ocurrió en 1596 cuando unos vecinos abrieron fraudulentamente un portillo junto a la Puerta de Palmas. Consideramos que en realidad los que debieron hacer estos vecinos fue reabrir una puerta que se había tapiado previamente pues, no resulta creíble que pudieran abrir una brecha en la muralla sin que las autoridades municipales no pusieran freno al intento. Recordemos que en esos años las autoridades intentaban por todos los medios que los vecinos no acondicionaran los tramos caídos de las murallas para entrar y salir convirtiéndolos de facto en auténticas puertas (30). Si nuestra apreciación es cierta lo que hicieron los vecinos fue reabrir la puerta de la que habla Solano de Figueroa.
Una vez que hemos propuesto un emplazamiento para la puerta, y nunca mejor utilizado el verbo proponer, pasemos a la fecha en la que fue cerrada. Según Solano de Figueroa la puerta era la más importante de Badajoz pues, daba acceso al embarcadero. No obstante, la puerta perdió protagonismo cuando se construyó el puente (Puente de Palmas). En efecto, la obra del puente aconsejaba la construcción de una puerta (Puerta de Palmas) que estuviera en eje con su calzada. Esta solución contribuía a dar mayor relevancia al puente, que formaría conjunto con la nueva puerta, y además evitaba la vuelta que había que dar para entrar en la ciudad por la puerta del embarcadero. Es decir, lo que determinó el cierre de la vieja puerta no fue la pérdida de importancia del embarcadero sino su ubicación. Por tanto, podríamos fechar el cierre de nuestra puerta a mediados del siglo XVI o en la segunda mitad de esa centuria. No obstante, en octubre de 1630, para aislar la ciudad frente a la peste, se ordenó tapiar varias puertas para impedir la entrada de apestados. Una de las puertas que se tapió aparece identificada como Puerta de Guadiana (31) Desconocemos la ubicación de dicha puerta y no podemos descartar que se trate de la vieja puerta del embarcadero.
A modo de conclusión debemos decir que la puerta en la que se quebró la pierna el rey Alfonso Enríquez se encontraba, aproximadamente, en la cerca urbana que se extendía delante de la actual calle de Vasco Núñez y no debemos denominarla Puerta de la Traición. Según Solano fue la puerta más importante de Badajoz pues, comunicaba la ciudad con el embarcadero. Cuando se construyó el puente y se abrió la Puerta de Palmas se tapió aunque consideramos que en determinados momento se abrió en ella un portillo. Por último debemos advertir que sólo hemos localizado la puerta en la que Solano de Figueroa sitúa el episodio de Alfonso Enríquez. Es decir, Solano de Figueroa, basándose en unas fuentes que desconocemos, señaló que fue en esta puerta en la que Alfonso Enríquez se rompió la pierna. Ahora bien, las palabras de Solano no bastan para certificar que la puerta existiera en el año 1169. Asimismo no podremos asegurar la ubicación de la puerta en tanto no lo confirmen nuevos documentos o un sondeo arqueológico. En cualquier caso, la propuesta de Solano nos parece muy acertada.
Fig. 5. Vista de Israel Silvestre en la que se aprecia el lienzo de muralla en el que se abría la puerta del embarcadero.
NOTAS
1.Sobre este asunto se puede consultar MAZZOLI-GUITARD, C.: Ciudades de Al-Andalus. España y Portugal en la época Musulmana, Almed, Granada, 2000, pp. 81, 82, (not 53 y 54), RICARD, R.: “La Porte de la trahison: sens et origine de l’expression”, Al-Andalus, 13, 1948, pp. 472-474; “Recherches sur la Porte de la Trahison dans la fortification hispanomusulmane”, Al-Andalus, 20, 1955, pp. 167-188; TERRÓN ALBARRÁN, M.: “El arrabal Oriental de Badajoz, Alminar, 7, septiembre de 1979, pág. 25.
2.PORRINAS GONZÁLEZ, D.: “Actuación de Giraldo Sempavor al mediar el siglo XVII: Un estudio comparativo”, pp. 181y 183.
3.GONZÁLEZ, J.: Regesta de Fernando II, C.S.I.C., Madrid., 1943, pág. 80 (not. 91).
4.MATTOSO, J.: História de Portugal, vol. II, Círculo de Lectores, Lisboa , 1993, pág. 77.
Para estudiar el desarrollo de los hechos seguimos la magnífica síntesis que nos ofrece Manuel Terrón (TERRÓN ALBARRÁN, M.: Extremadura musulmana. Badajoz (713-1248), Tecnigraf, Badajoz, 1991, pp.174-178 y 473) y la edición crítica de la Crónica Geral de Espanha de Luis Felipe Lindley Cintra, vol. I, Impresa Nacional, Casa de la Moneda, Lisboa, 1951.
5.SOLANO DE FIGUEROA Y ALTAMIRANO, J.: Historia de la ciudad y obispado de Badajoz, Imprenta del Hospicio Provincial, Badajoz, 1929, 1ª-II, pág. 319. También Gil González Dávila señala que los musulmanes de Badajoz eran feudatarios del rey leonés (GONZÁLEZ DÁVILA, G.: Teatro eclesiástico de la ciudad y Santa Iglesia de Badajoz, Salamanca, 1618, pág. 3.
David Porrinas señala que el Rey leonés no intervino cuando ocuparon Trujillo y Cáceres y sin embargo no dudó en acudir a Badajoz cuando la ciudad estaba amenazada. Según este autor, si Badajoz pasaba a dominio portugués la futura expansión leonesa hacia el sur quedaba gravemente amenazada (PORRINAS GONZÁLEZ, D.: “Actuación de Giraldo Sempavor al mediar el siglo XVII: Un estudio comparativo”, op. cit., pág. 184).
6.HERCULANO, A.: História de Portugal, vol. I, Livraría Bertrand, Lisboa, 1980, pág. 562. Diogo Freitas do Amaral da por seguro que en Celanova se dejó bien asentado que Badajoz sería una conquista del reino de León (FREITAS DO AMARAL, D.: D. Afonso Henriques, Bertrand editora, Braga, 2001, pág. 159 y 163.
7.TERRÓN ALBARRÁN, M.: Extremadura musulmana. Badajoz (713-1248), op. cit., pág. 174-175.
8.HERCULANO, A.: História de Portugal, op. cit., pp. 556-557; GONZÁLEZ DÁVILA, G.: Teatro eclesiástico de la ciudad y Santa Iglesia de Badajoz, op. cit., pág. 19. La incursión que Alfonso Enríquez organizó para acabar con Ciudad Rodrigo terminó con un rotundo fracasó (Batalla de Arganal). Este desastre, que ocurrió antes del episodio de Badajoz, enfureció al rey Alfonso Enríquez que decidió descargar un nuevo golpe contra Galicia (FREITAS DO AMARAL, D.: D. Afonso Henriques, op. cit., pág. 160).
9.Primera crónica general de España, publicada por Ramón Menéndez Pidal, vol. II, Editorial Gredos, Madrid, 1955, pág. 675.
10.CATALÁN MENENDEZ PIDAL, D.: De Alfonso X al conde de Barcelos, op. cit., pág. 260-261.
11.HERCULANO, A.: História de Portugal, op. cit. pág. 564.
12.Crónica Geral de Espanha Edición crítica de Luis Felipe Lindley Cintra, vol. I, Impresa Nacional, Casa de la Moneda, Lisboa, 1951, pp. CDLXXXI-CDLXXXII. La versión de la Crónica de los Once Reyes y la IV Crónica Breve sobre este mismo asunto se puede consultar en CATALÁN MENENDEZ PIDAL, D.: De Alfonso X al conde de Barcelos, Gredos, Madrid, 1962, pp. 261-262. La misma descripción de los hechos la encontramos en la Crónica de Alfonso Enríquez (Chronica do muito alto e muito esclarecido principe D. Affonso Henriques primeiro Rey de Portugal, op. cit., pp. 54-55).
13.CATALÁN MENENDEZ PIDAL, D.: De Alfonso X al conde de Barcelos, Gredos, Madrid, 1962, pp. 262, 263 (not. 62).
14.TERRÓN ALBARRÁN, M.: Extremadura musulmana. Badajoz (713-1248), op. cit., pág. 473.
15.GALVAO, D.: Crónica de El-Rey D. Afonso Henriques, Impresa Nacional, Casa de la Moneda, Lisboa, 1995, pp. 152-153.
16.Primera crónica general de España, publicada por Ramón Menéndez Pidal, op. cit., pág. 675.
17.GONZÁLEZ, J.: Regesta de Fernando II, op. cit., pág. 81.
18.TERRÓN ALBARRÁN, M (dir).: Historia de la Baja Extremadura, Real Academia de Extremadura de las Artes y las Letras, Badajoz, 1986, pág. 427.
19.GONZÁLEZ, J.: Regesta de Fernando II, op. cit., pp. 180 y 408.
20.Crónica Geral de Espanha Edición crítica de Luis Felipe Lindley Cintra, op. cit., pág. CCCLX (not. 121), CCCLXII (not. 136), CDLXXV y CDXXXII; Primera Crónica General que mandó componer Alfonso el sabio y se continuaba bajo Sancho IV en 1238, publicada por Ramón Méndez Pidal, vol. II, Gredos, Madrid, 1955, pág. 675; HERCULANO, A.: História de Portugal, op. cit., pág. 565 (not. 211).
21.CORIA, F.: Historia de Extremadura, fol. 357. Copia manuscrita del original (impreso en Sevilla en 1698), Biblioteca del Centro de Estudios Extremeños, Badajoz.
22.Varios autores han mantenido que la Puerta de la Coracha es una obra aftasí:
-CASTÓN DURÁN, F.: Rincones de la historia extremeña, Publicaciones del Monte de Piedad y Caja General de Ahorros, Badajoz, Tipografía Viuda de A. Arqueros, Badajoz, 1945, pp. 77 y 79
-LOZANO TEJADA, M.: Badajoz y sus murallas, Grafisur, Colegio de Arquitectos de Extremadura, Los Santos de Maimona, 1983, pág. 43.
-TORRES BALBÁS, L.: “Paseos arqueológicos por la España musulmana, La alcazaba de Badajoz”, Revista de Estudios Extremeños, XII-3, Badajoz, 1938, pág. 243. Leopoldo Torres Balbás mantenía una postura más prudente pues, sólo aseguraba que no podía fecharse ni en los siglos IX y X ni después de mediado el siglo XII
“…únicamente cabe la duda de si se levantaron en el siglo XI por los monarcas de la dinastía aftasí o en la primera mitad del siglo siguiente bajo dominio almoravid…”
Fernando Valdés se muestra partidario de fechar el frente norte de la Alcazaba en el período almohade (VALDÉS FERNÁNDEZ, F.: “Las etapas constructivas de la alcazaba de Badajoz”, Bataliús, II, Letrúmero, Madrid, 1999, pp. 155 y 158-159). Si tenemos presente que las fuentes señalan que los almohades reforzaron las fortificaciones de la Alcazaba en el año 564 de la Héjira entonces podríamos situar el inicio de dichas obras entre el 21 de mayo y 24 de septiembre de 1169.
23.GONZÁLEZ DÁVILA, G.: Teatro eclesiástico de la ciudad y Santa Iglesia de Badajoz, op. cit., pp. 19-20
24.SOLANO DE FIGUEROA Y ALTAMIRANO, J.: Historia de la ciudad y obispado de Badajoz, Imprenta del Hospicio Provincial, Badajoz, 1929, 1ª-II, pág. 321.
25.A.H.P., Badajoz, Prot. 287, 18 de junio de 1644, s.f.
26.En otra escritura fechada el 13 de mayo de 1643, se sitúa de nuevo la Huerta del Obispo en la Plazuela Vieja. Se trata de una escritura de arrendamiento de una casa
“...con tres pieças que estan en el Palacio y casa principal donde esta la dha. huerta que es Yntramuros desta ciud. en la placuela biexa y de las tres piezas las dos son baxas y una alta...”
A.H.P., Badajoz, Prot. 216, 13 de febrero de 1643, fol. 47.
Finalmente debemos señalar que había una Varatana (atarazana que también aparece como ataraçana y taraçana) junto a la Huerta del Obispo (A.D.P., Badajoz, Leg. 40, número 424). La ataraçana debía encontrase entre la huerta y el Hospital de la Vera Cruz pues sabemos que en la Plaza de dicho Hospital existía una (A.H.P., Badajoz, Prot. 34, 30 de julio de 1592). Resulta muy sugerente la existencia de una atarazana junto a la puerta que daba acceso al embarcadero. No obstante, todos los indicios parecen apuntar que se trataba de un taller para hacer cuerdas ya que, Domingo Sánchez Sabino, que tenía alquilada la citada atarazana, era cordonero (MARCOS ÁLVAREZ, F.: Los gremios en Badajoz: Catálogo de maestros y aprendices (s.XVII), Editora Regional de Extremadura, Mérida, 1998, pp. 36, 119; A.H.P., Badajoz, Prot. 278, 8 de junio de 1627, fol. 449). En otras escrituras se vuelve a insistir en esta misma tesis (A.H.P., Badajoz, Prot. 31, fol. 597).
27.SÁNCHEZ RUBIO, C.M.; SÁNCHEZ RUBIO, R.: Badajoz en el Krigsarkivet. El hallazgo de la visión más lejana, Excmo. Ayuntamiento, Badajoz, 2003, pp. 19-37.
28.GUERRA GUERRA, A.: “Callejero de la ciudad”, B.I.M., 30, Excmo. Ayuntamiento de Badajoz, 1963, pág. 53.
En la zona contigua a la Puerta de la Trinidad encontramos otra estructura similar. En este caso la torre es idéntica al resto de los cubos que reforzaban la muralla.
29.A.H.M., Badajoz, Libro de Acuerdos, 3 y 6 de marzo de 1636, ff. 270 y 265 respectivamente.
30.GARCÍA BLANCO, J.: Las fortificaciones de Badajoz durante la guerra de la Restauración de Portugal (1640-1668), op. cit., pág. 31.
31.A.H.M., Badajoz, Libro de Acuerdos, 14 de febrero de 1631, fol. 149v.