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sábado, 11 de octubre de 2008

LAS PUERTAS DE LA TRINIDAD

La primera Puerta de la Trinidad se abría en la muralla medieval contigua al convento homónimo. El camino que unía Badajoz y Sevilla partía de ella y por este motivo fue conocida primero como Puerta de Sevilla. Con el paso del tiempo, la proximidad al convento de la Trinidad resultó determinante y la puerta tomó el nombre del convento. El cambio de nombre debemos situarlo a partir del siglo XIV ya que en un documento de 1499 todavía aparece como Puerta de Sevilla (1). Nicolás Díaz y Pérez asegura que en algún momento se llamó Puerta de San Roque aunque no hemos podido contrastar la fuente en la que se basa y por ello debemos ser sumamente cautos. En cualquier caso, el cambio de nombre de las puertas es bastante corriente. Así, la vieja Puerta de Jerez, que era la salida del camino de Jerez de los Caballeros, terminó tomando el nombre de la ermita de Santa Marina que se levantaba frente a ella.



Puerta de la Trinidad. Plano de Badajoz de mediados del siglo XVII (Krigsarkivet, Estocolmo). Delante de la puerta se observan las obras levantadas a raíz de la Guerra de la Restauración de Portugal (media luna y estacada). SÁNCHEZ RUBIO, C.M.; SÁNCHEZ RUBIO, R.: Badajoz en el Krigsarkivet. El hallazgo de la visión más lejana, Excmo. Ayuntamiento, Badajoz, 2003.




Puerta de la Trinidad según Luis de Venegas (1677). I.H.C.M., Colección Aparici-XXVIII. En este esquema la muralla medieval aparece en color marrón y señalada con la letra A. En color azul y señaladas también con la letra A, aparecen las obras construidas a lo largo de la guerra de la Restauración (media luna de la Trinidad, baluarte de los Hornos Caleros y la estacada de la Trinidad). Las líneas representadas en verde y rojo (marcadas con las letras B y C) se corresponden con dos proyectos de Luis de Venegas que no llegaron a materializarse



Puerta de la Trinidad según Baldi (1668). Sólo se aprecia el remate de los dos torreones y el alzado completo de uno de ellos ya que el resto de la puerta está oculta tras la media luna de la Trinidad.


Era una puerta que repetía el mismo esquema de las puertas de Mérida y Santa Marina, es decir, acceso directo y dos torres cuadradas para flanquearla (2). En la fachada exterior, lucía un escudo con las armas de la ciudad. Normalmente los escudos de las puertas eran de piedra pero el de la Puerta de la Trinidad estaba pintado (3). A diferencia de otras puertas no contó con capilla hasta el siglo XVII. La iniciativa para construir la capilla partió del convento de la Trinidad que expuso su petición al Cabildo Municipal el día 29 de agosto de 1639 (4). La solicitud fue aceptada con algunas condiciones. En efecto, el 1 de septiembre las autoridades municipales decidieron que la capilla la ocuparía una imagen de la Virgen de las Angustias. También acordaron que el convento no participase en las obras y que la escalinata de acceso a la capilla se construyese fuera convento. Por este motivo la escalinata se dispuso en el lateral izquierdo de la puerta, es decir, en el extremo opuesto del convento. En el mismo Cabildo Municipal (1 de septiembre) se acordó hacer dos llaves para la capilla (una la tendría el mayordomo y otra el convento). Asimismo las autoridades municipales dejaron claro la capilla era de la ciudad y no del convento (5). El día 5 de septiembre se acordó iniciar las obras. Es posible que la imagen de la Virgen de las Angustias que se dispuso en la capilla procediera de la Puerta del Capitel.

La puerta era una de más importantes de Badajoz o por lo menos una de las que se consideraba de más utilidad para el vecindario y en caso peste era una de las pocas que permanecía abierta (24 de julio de 1598, 24 de noviembre de 1598, 31 de agosto de 1629, 16 de octubre de 1630, 15 de junio de 1637, etc.). En alguna ocasión las autoridades municipales ordenaron su reparación coincidiendo con algún episodio de peste. Así, con motivo de la alarma de peste de junio de 1637 se ordenó poner puertas nuevas (hojas o batientes) para poder cerrarla. De este modo se garantizaría el tránsito de día y al tiempo podía cerrarse de la noche para impedir la entrada de posibles apestados. La orden se cumplió con diligencia ya que en el cabildo del día 5 de noviembre se acordó que los regidores

“…recoxan las puertas que se fizieron para guardar esta ciudad y se pusieron en las puertas della…” (6)

En el mismo cabildo se decidió pagar a Antonio Hernández Sardiña que estuvo de sobrestante en la Puerta de la Trinidad (7). Que al Cabildo Municipal, siempre necesitado de fondos, optase por reparar la puerta para mantenerla en uso nos da idea de su importancia.

El 10 de septiembre de 1640 se ordenó pregonar una nueva obra en la puerta. El coste de la misma se libraría del juro que la ciudad tenía situado sobre las alcabalas para el reparo de los muros.

La Guerra de la Restauración convirtió a la Puerta de la Trinidad en una de las más importantes de la ciudad. Cuando se inició el conflicto con Portugal (diciembre de 1640) las autoridades municipales ordenaron cerrar todas las entradas de la cerca urbana salvo las puertas de Palmas y Trinidad. Desde este momento la Puerta de la Trinidad asumió funciones que tradicionalmente estaban reservadas a otras puertas de la ciudad. Así, se convirtió en la entrada más adecuada para recibir a los visitantes ilustres que anteriormente hacían su entrada oficial por la Puerta de Santa Marina. Podemos tomar como ejemplo la recepción de los nuevos obispos. El primer obispo que efectuó su entrada solemne en Badajoz por la Puerta de la Trinidad fue Fray José de la Cerda (6 de octubre de 1641). La recepción del siguiente obispo, Fray Ángel Manrique, aparece descrita en el Cabildo Municipal del día 11 de octubre de 1645. En el acta correspondiente se dice que el obispo entró por la Puerta de la Trinidad ya que la Puerta de Santa Marina, que se venía utilizando para estos eventos, no podía utilizarse ya que esta serrada y no usarse della por causa dela guerra de Portugal (8). Los obispos Diego López de la Vega (1649-1658) y Gabriel de Esparza (1659-1662) también entraron por la Puerta de la Trinidad (9). No obstante, debemos advertir que cuando se reabrió la Puerta de Santa Marina los obispos Fray Francisco Roys Mendoza (1668-1673) y Juan Marín de Rodezno (1681-1706) hicieron su entrada por esta última.

Como ya hemos adelantado, la Guerra de la Restauración (1640-1668) marcó un hito en la evolución de la Puerta de la Trinidad. Durante la guerra fue objeto de atención especial ya que se encontraba en uno de los puntos más vulnerables de la ciudad. Las obras fueron casi continuas e incluyeron puertas (batientes), rastrillos, cuerpo de guardia, media luna, estacada y camino cubierto.

La documentación más abundante es la que se refiere a las puertas y rastrillos. No obstante, debemos advertir que los documentos no diferencian entre la puerta y el rastrillo de la Trinidad y la puerta y rastrillo de la de la media luna que se construyó delante de aquella. La primera actuación que tenemos documentada se remonta al 3 de julio de 1648. Ese día se ordenó librar 300 rs. a Antonio Morgado por la reparación de los rastrillos y puertas de Trinidad y Palmas (10). Poco después, en el cabildo del día 5 de julio de 1646, se decidió que el arbitrio de 18 mrs. en cada arroba de vino, que se había establecido para pagar las pérdidas de las carnicerías, se utilizase para aderezar los cuerpos de guardia y los rastrillos (11).

El 14 de julio de 1648, el marqués de Leganés envió una carta al Cabildo Municipal en la que exponía:

“…la puerta de la tienidad esta adereçada no haciendose la misma delixençia en la de la puente y otras que se estan cayendo y de mala calidad no se puede entender se aya obrado cosa de consideracion y aunque reconosco la estredesa de medios con que alla la ciudad es tan preciso acudir al remedio desto…” (12).

El Cabildo debió dar por buenas las críticas del marqués de Leganés pues acordó que Antonio Morgado (carpintero que ya había efectuado reparaciones en las puertas de Palmas y Trinidad) aderezase lo que fuese necesario aunque Antonio Morgado se centró en la Puerta de Palmas y su entorno. El día 27 de julio volvió a tratarse el asunto de los rastrillos de las puertas de Palmas y la Trinidad. En esta ocasión se acordó financiar las reformas con el arriendo de los molinos de la aceña (13).

Durante el año 1650 continuaron las obras. El Cabildo Municipal, siguiendo las indicaciones del marqués de Leganés, había ordenado reparar las puertas. Dichas reparaciones debieron ejecutarse pues el 14 de febrero se acordó pagar 500 rs. a Antonio Montero, Maestro Mayor de las obras de la ciudad, por los rastrillos de las puertas del Puente y la Trinidad (14). El importe de las reparaciones debía detraerse de la partida correspondiente a los 38 mrs. que se cargaron por cada arroba de vino y que en principio se había destinado al empedrado de las calles y otras cosas. El 12 de mayo el general de la artillería solicitaba al Cabildo Municipal que se reparasen el cuerpo de guardia y el rastrillo ya que el primero estaba caído y el segundo muy maltratado. Las dificultades económicas hacían muy difícil que el Municipio pudiera acometer todas las obras. El 20 de mayo, los comisarios municipales encargados del seguimiento de las obras informaron que se habían invertido en ellas 300 rs. pero se necesitaban más. En el mismo Cabildo se propuso librar los fondos del arriendo de la Cañada de Aguas Frías y librar otros 500 rs para el aderezo del rastrillo de la Puerta del Puente y el cuerpo de guardia de la Trinidad. El 1 de diciembre se libraron 53 rs. a Antonio Morgado por los rastrillos de la Puerta d la Trinidad. El día 12 del mismo mes se ordenaba un nuevo pago y el 9 de enero de 1651 Antonio Morgado recibió 200 ducados por sus trabajos. Esta cantidad se descontaría de los 3 y 6 mrs. impuestos en cada arroba de vino, que en principio se había destinado a la limpieza y empedrado de las calles. Parece que tras estas reparaciones los rastrillos y puertas quedaron en un estado aceptable.

Tendrán que pasar varios años para que encontremos nuevas referencias a la puerta. En efecto, en el Informe de Francisco Domingo (1679) se apunta que sus puertas estaban de poco servicio.



Puerta de la Trinidad. Plano de Badajoz de mediados del siglo XVII (Krigsarkivet, Estocolmo). Delante de la puerta se observan las obras levantadas a raíz de la Guerra de la Restauración de Portugal (1640-1668).Comenzando de dentro a fuera encontramos dentro de la ciudad ya al izquierda de la puerta el puesto de guardia ($). Justo al salir y delante de la puerta una estacada (recinto cuadrado punteado). Delante la media luna levantada con terraplenes sin revertir de piedra y por último un foso o cava bordeaba la media luna en su cara exterior. SÁNCHEZ RUBIO, C.M.; SÁNCHEZ RUBIO, R.: Badajoz en el Krigsarkivet. El hallazgo de la visión más lejana, Excmo. Ayuntamiento, Badajoz, 2003.

Además de las actuaciones en los elementos de cierre (puertas y rastrillos) las autoridades municipales también prestaron mucha atención al cuerpo de guardia. En efecto, al ser una de las dos puertas que permanecieron abiertas durante la guerra, contó con un puesto de guardia desde el que se abastecía al puesto de guardia del olivar de los Frailes de la Trinidad (15). El plano de Badajoz del Krigsarkivet nos muestra que el cuerpo de guardia se encontraba intramuros y seguramente muy cerca del arranque de la escalinata que subía a la capilla de la Virgen de las Angustias. Debió ser una obra poco consistente pues, el 12 de mayo de 1650 se ordenó su reforma (16). Como ya hemos adelantado, las obras se iniciaron pero la cantidad adjudicada se quedó corta por lo que el día 20 de mayo el Cabildo ordenó librar 500 rs. para la reparación del rastrillo de la Puerta de Palmas y el cuerpo de guardia de la Puerta de la Trinidad.

La media luna que se levantaba delante de la puerta contaba con su propio cuerpo de guardia. La existencia de dos cuerpos de guardia en la puerta (uno intramuros y otro en la media luna) queda de manifiesto en la relación de obras que se comprometió a realizar Francisco Domingo el 12 de agosto de 1665

“…En la puerta de la Santisima Trinidad he de adereçar el cuerpo de guardia donde estan los soldados el qual ha de lleuar duçientas tejas: medio cahiz de cal y los demas aderentes= y he de çerrar la puerta alta de la escalera y adereçar el rincon.
He de adereçar el cuerpo de guardia de las armas y poner vn quarton, doscientas tejas y vna carga de cal.
Fuera de la puerta en la media luna e de aderezar el cuerpo de guardia de la cavalleria el qual nesecita de tres haçes de caña: cuatrocientas tejas, ocho carretadas de piedra y doçe cargas de barro, vna carga de cal y los demas aderentes…” (17)

La media luna fue la obra de mayor envergadura de las que se construyeron para asegurar la puerta. Las medias lunas eran fortificaciones de planta triangular y paredes en talud que tenían como objetivo cubrir a otro elemento, situado tras ella, de los impactos directos de la artillería. Asimismo las medias lunas hacían más complicado que el enemigo pudiese acercarse hasta las puertas para volarlas. La media luna contaba con su propia puerta, rastrillo y cuerpo de guardia. Algunos autores sostienen que se construyó en 1642 (Luis Marinho), otros fechan la obra en 1643 (conde de Santiesteban) (18). En cualquier caso, las medias lunas de la Trinidad y Santa Marina fueron las primeras que se construyeron para reforzar las viejas murallas medievales que cercaban Badajoz.

La media luna se adosó a los muros de la cerca medieval. Estaba construida con terraplenes sin revestimiento de piedra (camisa) y estaba precedida de un pequeño “foso”. La entrada se emplazada en la cara izquierda de la media luna.

Resulta sorprendente que no se prestara más atención a la media luna pues cubría uno de los puntos más vulnerables del recinto fortificado de Badajoz. Para hacernos una idea de su debilidad sólo tenemos que recordar las palabras de Diego Caballero que en un informe, fechado el 6 de febrero de 1665, decía de ella

“…La media luna que cubre la puerta de la Trinidad está de mala calidad y pide pronto reparo…” (19)

Posteriormente Luis de Venegas (informe de 8 de julio de 1677) señalaba

“…La media luna de la puerta de la trinidad es muy pequeña pero en la consideración que está metida en un balle y que en ocasión de ataque por aquella parte (…) y estar la dha. media luna de la Trinidad muy arruinada y desecha por ser de tierra necesita de revestirla de piedra y cal de un vara de grueso y ponerle su puente levadizo y asi mismo acabar la estrada cubierta…” (20)

La puerta estaba reforzada con otras obras:

-Una estacada entre la puerta y la media luna. La estacada hacia las veces de las modernas alambradas (plano de Badajoz del Krigsarkivet, Estocolmo).
-El camino cubierto construido por Diego Caballero. Este elemento se extendía delante del foso de la media luna y se prolongaba algunos metros en dirección a la Torre del Canto del Rivillas (plano de Francisco Domingo, 1679).



Puerta de la Trinidad. Plano de Francisco Domingo (1679). I.H.C.M., Colección Aparici-XXVIII. Delante de la puerta se observa la media luna y delante de ella el camino cubierto (color verde). Los dos baluartes que aparecen representados en rojo se corresponden con los que propuso levantar Francisco Domingo si bien en ese momento (1679) no estaban construidos.

En conjunto, los mejores testimonios para visualizar la estructura y la apariencia externa de la puerta los encontramos en los planos del Krigsarkivet (Archivo Militar, Estocolmo), Luis de Venegas (1677), Francisco Domingo (1679) y especialmente la vista de Pier María Baldi (1668).

Como ya hemos adelantado en otros capítulos las autoridades no se limitaron a fortificar las puertas también procuraron su vigilancia para evitar tanto la fuga de desertores como la entrada de espías. Así, el día 17 de enero de 1641 se acordó el nombramiento de los regidores que debían vigilar el paso por las puertas del Puente, Santa Marina, Trinidad y Mérida. Esta media se volvió a confirmar en los cabildos de los días 18 de septiembre de 1643 y 14 de septiembre de 1645.

Cuando acabó la guerra (tratados de Lisboa y Madrid, 1668) los trabajos en las fortificaciones de la ciudad se limitaron a mantener las obras existentes y reparar los tramos que periódicamente se iban arruinando. La situación cambió radicalmente cuando a finales del siglo XVII la Corona decidió fortificar Badajoz con un recinto abaluartado moderno. La muralla abaluartada, que debía sustituir a la vieja cerca medieval, se inició en la esquina de la Trinidad que era el punto más vulnerable de Badajoz.

Antes de construir las nuevas fortificaciones era preceptivo un proyecto realizado por un ingeniero. Merece la pena que nos detengamos, aunque sólo sea brevemente, en los principales proyectos que presentaron para fortificar esta zona. Los proyectos más ambiciosos se deben a los ingenieros Ventura Tarragona, Luis de Venegas, Nicolás de Langres y Francisco Domingo (21).



Proyectos de Luis de Venegas para fortificar la esquina de la Trinidad (1677). I.H.C.M., Colección Aparici-XXVIII. En color rojo y marcado con la letra B el primer proyecto que se remonta al año 1658. En verde y marcado con la letra C el segundo proyecto. En marrón y Negro y marcadas con al letra A aparecen las obras que existían en ese momento (cerca medieval, media luna de la Trinidad, estacada de la Trinidad, Baluarte de los Hornos Caleros y camino cubierto de Francisco Domingo-Langres.

-El primer proyecto fue obra de Luis de Venegas si bien se añadieron después aportaciones de los ingenieros Ventura Tarragona y Nicolás de Langres. En este proyecto la nueva línea fortificada discurría por una cota más elevada que la muralla medieval. Con este trazado las nuevas fortificaciones no estarían dominadas desde el Cerro de la Picuriña aunque el convento de la Trinidad y la vieja puerta quedarían extramuros. El proyecto no llegó a ejecutarse.
-El segundo proyecto fue elaborado también por Luis de Venegas y pretendía salvar los problemas que presentaba el primero. Para ello la línea fortificada se trazó por las inmediaciones del Rivillas dejando intramuros al convento de la Trinidad, la puerta y varias casas de la ciudad que en el proyecto anterior quedaban extramuros. Por desgracia con este trazado las nuevas fortificaciones seguían dominadas desde el Cerro de la Picuriña




Proyecto de Francisco Domingo (1679). I.H.C.M., Colección Aparici-XXVIII. En Rojo aparece el proyecto para construir dos baluarte y sus cortinas.


-En junio de 1679, se estudió el presupuesto de un tercer proyecto que a iniciativa de Antonio Paniagua había realizado Francisco Domingo. En este proyecto se contemplaba la construcción de dos baluartes que dejarían intramuros al convento de la Trinidad.

El proyecto de Francisco Domingo fue el elegido y se tramitó y ejecutó con una rapidez inusitada. En efecto, Francisco Domingo realizó el presupuesto de las obras el 2 de junio. El presupuesto se incorporó al informe que Antonio Paniagua envió al Consejo de Guerra (2 de junio de 1679). Pues bien, el día 3 de marzo de 1680 Antonio Ravanales, maestro albañil, y su compañero Juan Marcos ya tenían adjudica la obra de la fabrica de los baluartes y muralla de la puerta de la santisima Trinidad (22). Si nos fiamos de la fecha que aparece grabada en la portada interior, en el año 1680 la zona contigua a la nueva puerta de la Trinidad ya estaba concluida. Otras fuentes resultan menos precisas y se limitan a señalar que el baluarte de la Trinidad se levantó siendo Antonio Paniagua gobernador de las armas de Extremadura. En efecto, en el Cabildo del día 25 de junio de 1691 se apunta que la Puerta de la Trinidad se hizo en tiempo del Sr. Ant. Paniagua (23). Por su parte en la Relacion sobre el adelantamiento de la muralla de la nueva fortificacion desta plaza de Badajoz (10 de septiembre de 1694) se dice que Antonio Paniagua comenzó el Baluarte de la Puerta de la Trinidad (24).

Posiblemente la Corona aceleró la tramitación de las obras espoleada por las noticias que se tenían sobre las precauciones que estaban tomando los portugueses ante un posible enfrentamiento con Castilla. Tampoco debemos obviar que en la rápida ejecución de la obra pudo intervenir también el miedo a la peste. En efecto, para evitar la llegada de enfermos de peste el Cabildo Municipal ordenó tapiar los portillos, cerrar las puertas y sobre todo controlar la llegada de forasteros.

Es decir, en 1680 la vieja puerta de la Trinidad había sido demolida y en su lugar se había construido una nueva que se abría en el flanco izquierdo del baluarte homónimo. Esta segunda puerta es la que se conserva en la actualidad.

En el Informe de Francisco Domingo se hace una primera descripción de como debía ser la nueva puerta

“…se podra poner portado de cantería por ser una de las dos puertas principales de la Plaza con un medio cañon de ladrillo del mismo largo del terraplen que pueda pasar artilleria sobre el y puertas nuebas por estar las de la puerta que se condena (se refiere a la vieja puerta de la Trinidad) de poco servicio, costara todo mil y quinientos escudos…” (25)

Es decir, la portada exterior se construiría con sillería de granito. No se habla de la portada interior pero sabemos que entre ambas se extendía una bóveda de cañón capaz de aguantar el peso de los cañones. En efecto, sobre la bóveda de la puerta discurría el adarve por el que, llegado el caso, tenían que circular las piezas de artillería. En la fachada exterior se dispuso el escudo real. El escudo de Badajoz, que lucía la vieja puerta no pudo trasladarse a la nueva pues estaba pintado en el muro. No obstante, la ciudad tenía previsto encargar uno de piedra para colocarlo en la nueva puerta. En la cara interior no debió disponerse capilla ya que cuando se trasladaron las imágenes de la Virgen que ocupaban las capillas de las puertas (agosto de 1761) no se menciona a la Puerta de la Trinidad. Desconocemos donde se trasladó la imagen de la Virgen de las Angustias que estaba en la vieja puerta pero parece que no se reubicó en la nueva puerta.



Puerta de la Trinidad. Fachada exterior.



Puerta de la Trinidad. Fachada interior.

Pese a la simplicidad de la nueva puerta, el conde de Montijo pretendió tomarla como modelo para las demás puertas que se abrirían en el nuevo recinto abaluartado de la ciudad (puertas de Mérida y Pilar). En efecto, el Cabildo Municipal solicitó que las puertas del recinto abaluartado mantuviesen los escudos Badajoz y las mismas capillas que había en las viejas. El Conde se negó y respondió que todas quedarían como la nueva puerta de la Trinidad, es decir, sin escudo. En realidad, el Conde sólo pretendía justificar su deseo de colocar su propio emblema en las nuevas puertas en lugar del escudo Badajoz. Deseo que finalmente verá cumplido en las puertas de Mérida y Pilar.

El principal problema que presentaba la nueva puerta se refiere a su emplazamiento. En efecto, Francisco Domingo, dispuso la puerta en flanco izquierdo de Baluarte de la Trinidad ya que en este emplazamiento no podría ser enfilada al quedar cubierta con el cerro del castillo (26). El primer ingeniero que propuso esta localización fue Luis de Venegas que en su segundo proyecto de fortificación propuso situar la puerta en el flanco del baluarte que rodeaba al convento de la Trinidad. Esta ubicación iba contra la norma de la fortificación abaluartada que establecía que las puertas debían situarse en el centro de las cortinas para que pudieran ser batidas desde los flancos de los baluartes contiguos. Así Sebastián Fernández de Medrano en su obra el Arquitecto perfecto en el arte Militar (1700) señala sobre este asunto que

“… En algunas partes se han colocado (las puertas) en la cara del Balvarte, y otras en el flanco; mas reconoziendo que este (el flanco) se enflaquece, haviendo de ser la principal defensa, y que à la cara del Balvarte se oponen de ordinario las Baterias para abrir la brecha, son pocos de opinión de abrirlas en dichas parajes (caras o flancos de los baluartes) (…) Razon porque su lugar principal es en medio de la Cortina donde están defendidas de los Flancos colaterales…” (27)

Los ingenieros que estudiaron las fortificaciones de Badajoz no se cansaron de criticar la incorrecta ubicación de la puerta. Así, Juan Muñoz Ruesta (Informe de 21 de febrero de 1698) señalaba

“…La puerta de la Trinidad (…) está en el flanco es contra la máxima: debe colocarse en medio de la cortina y con esto estará defendida de los dos flancos colaterales, y siendo así quedará el flanco en mejor posición para administrar la defensa que á el toca y pertenece…” (28)

Por otro lado su trazado rectilíneo tampoco era el más adecuado. En efecto, Sebastián Fernández de Medrano recomendaba que las puertas tuviesen entre 11 y 12 pies de ancho y hasta 15 de alto y

“… que vaya bolviendo, y no derecha, para escusar que no quede enfilada la calle de la Campaña: ò que arrimando un Petardo à la primera Puerta, abra brecha en las demas…” (29)

Es decir, la puerta debía seguir un trazado curvo de modo que las dos portadas, exterior e interior, no estuviesen enfiladas.

La crítica más completa a la puerta (ubicación construcción, etc.) aparece en el informe del 11 de diciembre de 1779. En dicho informe se denuncia que el convento de la Trinidad ocupaba la mayor parte del baluarte e impedía realizar algunas obras que eran fundamentales. Finalmente en el año 1779 se superó el problema

“…en la mejor forma posible avilitando paso para la comunicación del recinto y del publico por el pie del terraplen y crecido este todos los doce pies de altura que le faltaban…” (30)

También recoge las consecuencias que la presencia del convento ha tenido para la configuración de la puerta ya que la mole del edificio del convento impedía

“…que pudiesen alargarse las bovedas del paso de la puerta, la del cuerpo de guardia del oficial, y la de una surtida que sale al foso p. junto al angulo del flanco con la cortina y son lo que causa la mayor angostura del adarve ò plataforma del flanco…” (31)

Sigue el autor criticando la incorrecta ubicación de la puerta. Para subsanar todos los defectos propone

“…establecer la puerta al comedio de la cortina con disposición de poner su puente levadizo que tambien concurre frente de una calle de la población nada menos ancha que la calle de la Trinidad y que se interna mas que en dentro del pueblo y la cruzan varias otras principales lo que no tiene àquella…” (32)

Como ya hemos dicho en otras ocasiones, la zona de la Trinidad era la más vulnerable de la Plaza. Por este motivo se multiplicaron los proyectos para reforzar la muralla y la campaña más próxima (luneta de San Roque, fuerte y flecha de la Picuriña, tenaza de la Trinidad, cubrecaras, etc.) Entre estos proyectos debemos destacar el que elaboró Juan de Subreville en 1738 (33).

Pese a todo, conocemos pocas obras asociadas directamente a la puerta desde su construcción en 1680. La más importante fue la reforma del cuerpo de guardia cuyas condiciones se publicaron el 23 de abril de 1689. En el pliego de condiciones se estipulaba que el cuerpo de guardia se levantaría

“… al lado de la mano derecha saliendo, que sirba de pared, para el caballate (sic), la muralla antigua, de tapias de ormigon de treinta y seis baras de largo, y de ancho, el que tiene oy heçho…”(34)

En el cuerpo de guardia se construiría también un portado y una chimenea. Cuando el maestro albañil Juan Alonso hizo postura por esta obra también se comprometió a demoler el cuerpo de guardia viejo quedando todo lo que coxe llano para la entrada y salida de la puerta.



Puesto de Guardia de la Trinidad. Plano de José Calderón y Manuel Ortega (1868), S.G.E., plano 173

Con la ayuda de los planos de Francisco de Iznardo (1844), Francisco Coello (1853), y José Calderón y Manuel Ortega (1868) podemos visualizar la planta y el emplazamiento del cuerpo de guardia dentro del baluarte. Estos planos muestran que el cuerpo de guardia se levantaba entre el convento de la Trinidad y la puerta. Asimismo el costado que estaba adosado al terraplén del baluarte debió aprovechar la cerca vieja tal y como se recogía en el pliego de condiciones. En la actualidad no se aprecian restos ya que su ubicación viene a coincidir con la brecha por la que discurre la carretera de San Roque.


En el exterior de la puerta lo más destacable es la construcción de un doble tambor de planta cuadrada. No podemos fechar este elemento tan sólo constatar que aparece en un plano de 1735.



Tambor de la puerta de la Trinidad en 1735. Plano de Diego de Bordick. (S.G.E., Extremadura 117).

Curiosamente, en el plano del año 1739 no aparece.


La obra volvió a construirse pues está reflejada en el plano de Pedro Ruiz de Olano (12 de marzo de 1772).



Tambor de la Puerta de la Trinidad en 1771. Plano de Pedro Ruíz de Olano (Cartoteca histórica del I.H.C.M, 3093/017-199.) Tomado de Javier Teijeiro y Álvaro Meléndez: La fortificación abaluartada de Badajoz en los siglos XVII y XVIII, Tajo-Guadiana, Badajoz, 2000, pág. 244).

La mejor descripción de esta obra aparece en el informe del 11 de diciembre de 1779 la describe con precisión. En dicho informe se apunta que para cubrir la puerta ante un ataque por sorpresa se construyó delante

“… una especie de tambor rectángulo que la cubre en el mismo foso para siquiera tenga el rastrillo que la cierra para no dejarla à la sencillez de su madera…”(35)

En el mismo informe se advierte que esta obra, construida para defender la puerta, ofrece más ventajas a los atacantes que a los defensores

“… porque su fabrica y los robusto machones que sostienen el rastrillo tendrian à cubierto al agresor de la fusileria del flanco òpuesto; unico que la puede defender
Por consiguiente tampoco está con disposición ni proporción de ponerle puente levadizo como es esencial…” (36)



Tambor de la Puerta de la Trinidad en 1779. Plano de Manuel Navacerrada (A.G.S., M.P.D., XXX, 41).Tomado de María Cruz Villalón (coord) Ciudades y núcleos fortificados de la frontera Hispano-lusa, Universidad de Extremadura, Servicio de Publicaciones , Cáceres, 2007, pág.133).

En otras ocasiones las obras y reformas se centraron en los puentes. En efecto, el 14 de diciembre de 1739 el capitán General de Extremadura y el ingeniero Juan Bautista Mac Evan informaron al Cabildo Municipal que los puentes provisionales de las puertas de la Trinidad y Pilar necesitaban ser reparados (37). En el año 1745 la Corona ordenó construir otro puente de madera para salvar el curso del Rivillas. Finalmente en la década de los años cuarenta se construyó el puente actual (38)

Durante la Guerra de la Independencia el ingeniero francés, Coronel Lamare, represó las aguas del Rivillas para inundar los fosos contiguos y aumentar las defensas de aquel sector de la fortificación. A raíz de la inundación el paso por la puerta se hizo más dificultoso. Así, Manuel Pueyo en su informe del 24 de agosto de 1812 dice que la puerta estaba abierta al tránsito pero

“… por razón de la inundación de los fosos solo sirve en la actualidad (1812) pª cavallerias y gentes de a pie…” (39)

En realidad, no era un problema nuevo. En efecto, cuando el Rivillas se desbordaba sus aguas penetraban en la ciudad por la puerta e impedían el paso por ella. La riada de 1766 además arruinó el baluarte de la Trinidad.

La puerta perdió todo su peso cuando las autoridades decidieron abrir una brecha en el baluarte de la Trinidad para facilitar las comunicaciones con el barrio de San Roque (1931-1936). Desde entonces la puerta quedó relegada a una entrada secundaria ya que el tránsito se encauzó por la brecha (40).




Caños de drenaje que se abren a ambos lados del ángulo flanqueado del baluarte de la Trinidad




Detalle del caño de drenaje de la cara derecha


Las autoridades municipales también prestaron mucha atención a otro elemento situado junto a la puerta: el Caño de la Loba. En algunas ocasiones el Caño de la Loba aparece citado como un desagüe destinado a drenar esta zona de la ciudad (41). No debemos olvidar que el baluarte de la Trinidad está situado en la parte baja de la ciudad y hacia él desaguan varias calles. Por este motivo el baluarte debió contar con importantes aliviaderos como los que se abren en su ángulo saliente o flanqueado. No estamos en condiciones de situar al mencionado Caño de la Loba ya que en el entorno inmediato de la puerta existen tres vanos susceptibles de identificarse con el susodicho caño:



Poterna situada en el ángulo flanqueante izquierdo del baluarte de la Trinidad. En la actualidad semienterrada.


-El primero se abre junto a la puerta y se emplaza en el ángulo flanqueante del baluarte. En la actualidad está casi enterrado. El vano se cierra con un arco escarzano de cinco dovelas con la clave destacada. Sobre el arco anterior aparece otro de descarga realizado con grandes lajas de pizarra. Su utilidad como poterna está perfectamente documentada.



Poterna situada en el centro de la cortina comprendida entre los baluartes de la Trinidad y San Pedro.
-El segundo vano es una poterna. Se encuentra en el centro de la cortina que une los baluartes de la Trinidad y San Pedro. Técnicamente es idéntico al anterior. Es decir, arco escarzado con tres dovelas, clave resaltada y arco de descarga realizado con lajas de pizarra. Este vano debe ser el que Matías Lozano identifica como el Caño de la Loba y que según este autor también se utilizaba para hacer la aguada en la fuente del Rivillas (42).



Caño de la Manteca


-El tercer vano es el más angosto. Como los anteriores presenta arco de descarga de pizarra pero el vano está cerrado con un dintel en el que aparece la inscripción La man ntecA. Dadas sus dimensiones es el que mejor se ajusta a un caño de desagüe al tiempo que no parece factible que pudiera ser habilitado como puerta.

El informe de Manuel Pueyo (24 de agosto de 1812) y plano de Francisco de Iznardo (1844) resultan definitivos a la hora de fijar la utilidad de los elementos que hemos descrito. En primer lugar, Manuel Pueyo señala

“…tiene la Plaza tres poternas; una en el flanco derecho del baluarte de S. Vicente: otra al lado de la Puerta de Trinidad y la 3ª en su cortina proxima, pero en todas tres estan tapiadas las puertas que corresponden al foso…” (43)

Es decir, de los tres vanos que hemos citado los dos primeros eran poternas aunque se habían tapiado las salidas al foso de modo que la bóveda de la puerta pudiera utilizarse como refugio a prueba de bombas.

Por su parte Francisco de Iznardo (1844) también nos muestra que el primer vano, situado en al flanco izquierdo del baluarte; se utilizaba como poterna.

Por último, los planos de Francisco de Iznardo (1844), Francisco Coello (1853), y José Calderón y Manuel Ortega (1868) muestran lo que pudiera ser una poterna o al menos una salida de aguas que partía de un lateral del cuerpo de guardia. Desgraciadamente este vano no es visible ya que fue demolido al abrir la brecha de la Trinidad. En tanto no podamos confirmar la utilidad y características de este elemento no nos atrevemos a señalar la ubicación exacta del Caño de la Loba



NOTAS



1.GUERRA GUERRA, A.: Seis cartas de los Reyes católicos con sentencias Privilegios y declaraciones acerca de los bienes de la ciudad de Badajoz, Diputación Provincial, Badajoz, 1973, pág. 33.
2.Plano de Badajoz del año 1645 (SÁNCHEZ RUBIO, C.M.; SÁNCHEZ RUBIO, R.: Badajoz en el Krigsarkivet. El hallazgo de la visión más lejana, Excmo. Ayuntamiento, Badajoz, 2003).
3.A.H.M., Badajoz., Libro de Acuerdos, 19 de febrero de 1691, fol. 19. Aunque se utiliza el término pintado no excluimos que en realidad fuese un escudo esgrafiado.
4.A.H.M., Badajoz., Libro de Acuerdos, 29 de agosto de 1639, fol. 201.
5.A.H.M., Badajoz., Libro de Acuerdos, 1 de septiembre de 1639, fol. 202v.
6.A.H.M., Badajoz., Libro de Acuerdos, 5 de noviembre de 1637, fol. 117.
7.A.H.M., Badajoz., Libro de Acuerdos, 5 de noviembre de 1637, fol. 117.
8.A.H.M., Badajoz., Libro de Acuerdos, 11 de octubre de 1645, fol. 86v.
Tirso Lozano Rubio señala que la entrada del obispo fue el día 10 de octubre (LOZANO RUBIO, T.: Suplemento a la Historia eclesiástica de la ciudad y obispado de Badajoz de D. Juan Solano de Figueroa y Altamirano, Tip. Alianza, Badajoz, 1935, pág. XL).
9.En el caso del obispo Diego López de la Vega Tirso Lozano Rubio especifica que la entrada se efectuó por la Puerta de la Trinidad ya que la Puerta de Santa Marina estaba cerrada (LOZANO RUBIO, T.: Suplemento a la Historia eclesiástica de la ciudad y obispado de Badajoz de D. Juan Solano de Figueroa y Altamirano, op. cit., pág. LV; A.H.M., Badajoz., Libro de Acuerdos, 27 de marzo de 1650, fol. 25).
En la recepción del Obispo Gabriel Esparza se hace la misma aclaración (A.H.M., Badajoz., Libro de Acuerdos, 2 de junio de 1659, fol 23, 23v).
10.A.H.M., Badajoz., Libro de Acuerdos, 3 de julio de 1648, fol. 35v-36.
11.A.H.M., Badajoz., Libro de Acuerdos, 5 de julio de 1648, fol. 49v.
12.A.H.M., Badajoz., Libro de Acuerdos, 16 de julio de 1648, fol. 39.
13.A.H.M., Badajoz., Libro de Acuerdos, 27 de julio de 1648, fol. 42.
14.A.H.M., Badajoz., Libro de Acuerdos, 14 de febrero de 1650, fol. 12v.
15.A.H.M., Badajoz., Libro de Acuerdos, 5 de noviembre de 1646, fol. 80v.
16.A.H.M., Badajoz, Libro de Acuerdos, 12 de mayo de 1650, fol. 36v.
17.CORTÉS CORTÉS, F.: “1640-1668: Fortificaciones en Extremadura”, Revista de Estudios Extremeños, XLII-1, Badajoz, 1986, pág. 195.
18.GARCÍA BLANCO, J.: Las fortificaciones de Badajoz durante la guerra de la Restauración de Portugal (1640-1668), Aprosuba-3, Badajoz, 2001, pp. 36-37.
19.I.H.C.M., Madrid, Colección Aparici-XXVII, fol. 287.
20.I.H.C.M., Madrid, Colección Aparici-XXVIII, ff. 143-152.
21.Estos proyectos están magníficamente estudiados por María Cruz Villalón: “las murallas de Badajoz en el siglo XVII”, Norba-Arte, VIII (1988), Universidad de Extremadura, Cáceres, pp. 126-132; Javier Teijeiro y Álvaro Meléndez: La fortificación abaluartada de Badajoz en los siglos XVII y XVIII, Tajo-Guadiana, Badajoz, 2000, pp. 72-75.
22.A.H.P., Badajoz, Prot. 1680, fol. 83.
23.A.H.M., Badajoz, Libro de Acuerdos, 25 de junio de 1691, fol. 47v.
24.I.H.C.M., Madrid, Colección Aparici-XXVIII, fol. 218.
25.I.H.C.M., Madrid, Colección Aparici-XXVIII, fol. 178v.
26.I.H.C.M., Madrid, Colección Aparici-XXVIII, fol. 178v.
27.FERNÁNDEZ DE MEDRANO , S.: El arquitecto perfecto en el arte militar, Casa de Lamberto Marchant, Bruselas, 1700 (edición Facsimilar de Maxtor, Valladolid, 2001), pp. 137-138.
28.I.H.C.M., Madrid, Colección Aparici-XXVIII, fol. 225v.
29.FERNÁNDEZ DE MEDRANO , S.: El arquitecto perfecto en el arte militar, op. cit., pág. 138.
30.Propuesta y presupuesto para la conclusión y perfección del recinto magistral, en el frente que comprenden los baluartes de la Trinidad y de San Pedro, en la Plaza de Badajoz, 11 de septiembre de 1779, Catálogo General de Documentos, Documento 4020, 5-5-5-26, I.H.C.M., Madrid, fol. 2v
31.Propuesta y presupuesto para la conclusión y perfección del recinto magistral, en el frente que comprenden los baluartes de la Trinidad y de San Pedro, en la Plaza de Badajoz, 11 de septiembre de 1779, op. cit., fol. 3v.
32.Propuesta y presupuesto para la conclusión y perfección del recinto magistral, en el frente que comprenden los baluartes de la Trinidad y de San Pedro, en la Plaza de Badajoz, 11 de septiembre de 1779, op. cit., fol. 4.
33.CRUZ VILLALÓN, M.: Badajoz. Ciudad amurallada, Junta de Extremadura, Mérida, 1999, pp. 74-75.
34.A.H.P., Badajoz, Prot. 345, fol. 228.
35.Propuesta y presupuesto para la conclusión y perfección del recinto magistral, en el frente que comprenden los baluartes de la Trinidad y de San Pedro, en la Plaza de Badajoz, 11 de septiembre de 1779, op. cit., fol. 4.
36.Propuesta y presupuesto para la conclusión y perfección del recinto magistral…, op. cit., fol. 4.
37.A.H.M., Badajoz, Libro de Acuerdos, 14 de diciembre de 1739, ff. 130-131.
38.LOZANO TEJADA, M.: Badajoz y sus murallas, Colegio de Arquitectos de Extremadura, Grafisur, Los Santos de Maimona, 1983, pp. 109,110 y 112.
39.A.H.N., Diversos-Colecciones,120, N.3.
40.GONZÁLEZ RODRÍGUEZ, A.: Historia de Badajoz, Universitas Editorial, Badajoz, 1999, pág. 391.
41.En varios cabildos se ordena su limpieza para que desaguase perfectamente (A.H.M., Badajoz, Libro de Acuerdos, 27 de febrero de 1716, fol. 17; El 29 de abril 1723 se ordena limpiar el Caño de la Loba questa en la muralla para que salga la inmundicia, fol. 49v; 29 de octubre de 1731, fol. 165v).
42.LOZANO TEJADA, M.: Badajoz y sus murallas, op. cit., pág. 112.
43.A.H.N., Diversos-Colecciones,120, N.3.

miércoles, 23 de julio de 2008

PUERTA DE SANTA MARINA

La Puerta Real de Jerez o de Santa Marina



La Puerta de Santa Marina se abría casi en el centro de las murallas que se extendían entre el Rivillas y el Guadiana. La puerta se levantaría, aproximadamente, en la actual plaza de los Dragones Hernán Cortés. La puerta presentaba acceso directo y dos cubos cuadrados flanqueándola. En la fachada exterior lucía el escudo de la ciudad y en la fachada interior una capilla con una imagen de la Virgen de la desconocemos su advocación. En conjunto no debía diferir mucho de las puertas de la Trinidad y Mérida que vemos en la obra de Baldi.

Según Rodrigo Dosma primero se llamó real puerta de Jerez y después Puerta de Santa Marina por su ermita que está fuera (1). En efecto, extramuros pero frente a ella se levantaba la ermita de Santa Marina que dio nombre a la puerta.

Rodrigo Dosma señala también que cuando se inundaba el “foso”, que se extendía entre el Rivillas y el Guadiana, la ciudad quedaba convertida en una isla. En estas ocasiones la ciudad se servia de puente levadizo a la puerta de Santa Marina (2). Las palabras de Rodrigo Dosma son una exageración aunque es cierto que durante las inundaciones las aguas del Rivillas y el Guadiana cubrían las zonas más bajas de la ciudad. Sabemos por ejemplo que en la gran inundación del año 1603 el agua entró en la ciudad por las puertas de Palmas y la Trinidad anegando los barrios contiguos. En estas ocasiones la única puerta que podía utilizarse con normalidad era la Puerta de Santa Marina ya que era la que se abría a una cota más elevada. En estos casos la Puerta de Santa Marina se convertía en un auténtico “puente levadizo” para la ciudad. Posteriormente será la Puerta del Pilar, la sustituta de la Puerta de Santa Marina, la puerta de Tierra(3).

La Puerta de Santa Marina fue una de las más importantes del Badajoz medieval y moderno. Los visitantes ilustres, las autoridades etc. hacían su entrada solemne en la ciudad por la Puerta de Santa Marina. Así, cuando el rey Don Sebastián de Portugal visitó Badajoz se dice que

“…porque la puerta de la puente por donde se entra á la cibdad no está tan a cuento para ir cómodamente y vistosamente a la Iglesia, y ver la cibdad en la primera vista con entrada de calle derecha y ancha, y en todo agradable; por esto en semejantes, y aun menores recibimientos acostumbran aquí no hacerlos por esta puerta, sino dar un rodeo desde alli, cerrando aquella puerta con unas puertas de verjas de madera, y van alrededor como de la quarta parte de la ciudad, hasta la puerta que llaman de Santa Marina…” (4)

Juan Solano de Figueroa nos describe también la entrada de Felipe II y Felipe III en Badajoz por la Puerta de Santa Marina.

Dada su jerarquía solía permanecer en servicio durante las epidemias de peste. Ya hemos expuesto en varios capítulos que cuando existía peligro de contagio las autoridades municipales extremaban las precauciones para controlar la entrada de apestados en la ciudad. Para ello se reparaban las murallas y se cerraban la mayor parte de las puertas con objeto de impedir el paso a los posibles infectados. Así, el 24 de julio y el 24 de noviembre de 1598 el Cabildo Municipal ordenó cerrar varias puertas pero la de Santa Marina permanecería abierta. En junio de 1637, y ante un nuevo brote de peste, las autoridades municipales acordaron que la Puerta de Santa Marina siguiese en uso y además ordenaron fabricar sus puertas (hojas o batientes) de tal forma que pudiera cerrase por la noche o en caso de necesidad (Cabildo del día 18 de junio de 1637). El día 5 de noviembre de 1637 las nuevas puertas ya estaban terminadas.

La Guerra de la Restauración de Portugal (1640-1668) marcó el comienzo de su declive. En efecto, el 7 de diciembre de 1640 el Cabildo Municipal acordó cerrar la puerta. Parece ser que la orden se cumplió pero debió reconsiderarse poco después ya que en el Cabildo del 17 de diciembre de 1640 se comisionó al regidor Pedro Sánchez Doblado para que

“…haga recoger luego las puertas de la puerta de Santa Marina de la parte donde estuvieren y la haga poner y ponga quatro vesinos de guarda y tenga la llaue…” (5)

El párrafo anterior es muy confuso aunque interpretamos que en un primer momento se desmontaron las puertas seguramente para tapiar la portada tal y como se había acordado el día 7 de diciembre. Poco después debió replantearse el cierre y se optó por volver a colocarlas las puertas. Es posible que esta decisión se tomase en el día 17 de diciembre cuando se instó a Pedro Sánchez Doblado a recolocar las puertas, cerrar con llave por la noche y poner guardia en ella.

A comienzos de 1641 seguía en uso ya que el día 5 de enero de 1641 el Cabildo Municipal acordó notificar y apremiar a Pedro Sánchez Doblado para que terminase la llave de la puerta (se puso como plazo límite el día 6 de enero). El 17 de enero de 1641 se nombró al mismo Pedro Sánchez Doblado para que controlase el paso de gentes por la puerta. Es decir, en enero seguía abierta si bien terminó cerrada pues el día 6 de octubre 1641 el obispo Fray José de la Cerda en lugar de efectuar la entrada solemne en Badajoz por dicha puerta lo hizo por la Puerta de la Trinidad. El conde de Santiesteban, en una carta fechada en 1643, también nos informa que la puerta estaba cerrada.

Llegados a este punto debemos precisar que en nuestra opinión la puerta sólo se cerró para uso de los civiles y debió habilitarse un postigo para el servicio de los soldados que guarnecían la media luna que se construyó delante de la puerta. A su vez la media luna contaba con una entrada que posibilitaba la comunicación entre la ciudad y la campaña. De hecho cuando en el año 1652 los portugueses planearon tomar la ciudad valiéndose de los servicios de dos traidores uno de los puntos de entrada era precisamente la Puerta de Santa Marina. Sabemos también que don Luis de Haro, que llegó a Badajoz al frente de un ejército que obligó a los portugueses a levantar el sitio que habían puesto a la ciudad, entró en Badajoz por esta puerta. En efecto, el lunes 14 de octubre de 1658, a las cinco de la tarde, don Luis de Haro

“… fue mui bien reciuido entro por la puerta de santa maria con repica de campanas…” (6)

Los testimonios anteriores nos permiten suponer que la puerta no se tapió sino que se fijaron sus hojas de tal forma que no pudieran abrirse y posiblemente se terraplenó el interior para dar mayor consistencia y seguridad a la puerta. Para uso militar debió habilitarse un pequeño postigo en una de sus hojas.

El cierre de la puerta trajo aparejado un cambio en el protocolo de recepción de las autoridades. Desde entonces las autoridades fueron recibidas en la Puerta de la Trinidad pues la Puerta de Santa Marina, que se venía utilizando para estos eventos, no podía utilizarse ya que esta serrada y no usarse della por causa de la guerra de Portugal (7). El primer obispo que efectuó su entrada solemne en Badajoz por la Puerta de la Trinidad fue Fray José de la Cerda (6 de octubre de 1641) le siguieron Fray Ángel Manrique (1645-1649), Diego López de la Vega (1649-1658) y Gabriel Esparza (1659-1662). Tras la guerra se retomó la costumbre de recibir a los obispos en la Puerta de Santa Marina y los obispos Fray Francisco Roys y Mendoza (1668-1673) y Juan Marín de Rodezno (1681-1706) efectuaron su entrada por ella. Desgraciadamente ningún otro obispo volvería a usarla ya que fue demolida a finales del siglo XVII.

Durante la Guerra de la Restauración contó con puesto de guardia propio (1640-1668). La primera referencia al mismo la encontramos en el Cabildo Municipal del día 5 de noviembre de 1646 (8). Debió ser un puesto de cierta entidad pues desde él se abastecía al puesto de guardia de la Moraleja. En 1665 Francisco Domingo se comprometió a reparar el tejado del mismo con doscientas tejas

Delante de la puerta se levantó una media luna que la protegía y defendía el frente sur de la ciudad. La media luna se construyó poco después de iniciarse el conflicto con Portugal. La obra estaba concluida en 1643 aunque, Luis Marinho señala que contaba con artillería desde el año anterior (9). Pese a ser una de las obras más importantes para defender Badajoz terminó arruinándose pues carecía de camisa de piedra que protegiese sus terraplenes. También se arruinaron las murallas contiguas a la puerta. En efecto, en el informe de Diego Caballero (6 de febrero de 1665) se dice que

“…En la muralla principal junto á la puerta de Santa Marina, hay un lienzo della caido hasta el pie, que hace brecha de treinta varas de largo, y poco mas adelante otra de tanto espacio tambien caida hasta el foso…” (10)

Después de la guerra el Cabildo Municipal realizó algunas reformas para acondicionar la puerta y facilitar el paso de carruajes. El día 26 de febrero de 1674 se nombró a Antonio Hoces para que

“…reconozca la Puerta de santa marina y vea la obra q. será menester para q. puedan entrar y salir carretas por ella…” (11)

El día 5 de julio del mismo año las autoridades municipales acordaron librar 3.000 rs. para las obras en la puerta y otros trabajos (limpiar el pozo de Santa Marina y reparar el puente de Mérida) (12)

Tampoco faltaron las propuestas de reforma por parte de los militares. Concretamente el ingeniero militar Luis de Venegas propuso en 1677 transformar la media luna de Santa Marina en un baluarte Real y disponer en la puerta un puente levadizo (13)

Las propuestas de Luis de Venegas no llegaron a materializarse. En realidad, la puerta y la media luna fueron desmontadas a finales del siglo XVII. En efecto, a medida que se construía el recinto abaluartado de la ciudad se iba demoliendo y anulando la cerca medieval y sus puertas. La Puerta de Santa Marina no fue una excepción. En su lugar se levantó una nueva puerta que durante algún tiempo se conoció como Puerta Nueva de Santa Marina aunque poco después pasó a ser conocida como Puerta de Nuestra Señora del Pilar o Puerta Pilar.

La vieja Puerta de Santa Marina debió desmontarse en la última década del siglo XVII. Veamos algunos de los hitos más significativos:

-En 1684 la zona contigua a la Puerta de Santa Marina todavía conservaba el viejo recinto medieval pues en el informe de Diego de Portugal (27 de enero de 1684) se dice que un gran tramo del muro situado junto a Santa Marina se había caído.
-En 1689 se amplió el tablado del cuerpo de guardia de la Puerta de Santa Marina.
-En enero de 1691 los canteros estaban construyendo la nueva Puerta del Pilar
-En una carta del 19 de febrero de 1691 se dice que la puerta todavía no se ha demolido.
-El 8 de abril de 1692 fue inaugurada la nueva puerta de Nuestra Señora del Pilar.
-A finales del mes de abril la nueva muralla abaluartada ya se encontraba prácticamente a la altura de lo que será el ángulo flanqueante izquierdo del Baluarte de Santiago.

De esta relación parece deducirse que la puerta, y la muralla adyacente, debieron anularse o demolerse entre febrero de 1691 y principios de 1692 sin que podamos precisar más la fecha.

Sería muy interesante determinar el destino final de la puerta pues sospechamos que debió recolocarse en otro lugar. Algún autor plantea la posibilidad de que colocase como portada interior de la Puerta de la Trinidad. Como veremos más adelante, no descartamos que se dispusiese en el portillo de San Vicente.

Como sucedió con otras puertas, el Cabildo Municipal y el conde de Montijo mantuvieron una dura polémica pues los primeros querían que la puerta nueva de Santa Marina (actual Puerta Pilar) mantuviera el escudo Badajoz y la imagen de la Virgen que se veneraba en la capilla de la Puerta de Santa Marina.

Terminaremos con el deslinde de unas casas, cuya escritura se firmó el día 18 de julio de 1698. En dicho deslinde se especifica que las casas se encuentran

“… en la calle que se nombro de santta marina que lindan (las casas) al presente con solar de cassa arruinada por la parte haçia la puertta que se nombra de dha imagen (…) y por la parte de arriba con cassas que oy posee el convento de monjas de nuestra señora santa catalina martir…” (14)

Es decir, parece como si en esas fechas la puerta todavía no se hubiese demolido y la imagen de la puerta fuese la de Santa Marina aunque en espera de nuevos datos preferimos dejar ambas cuestiones como hipótesis.



NOTAS.



1.DOSMA DELGADO, R.: Discursos pátrios de la real ciudad de Badajoz, Biblioteca Histórico-Extremeña, Imprenta de la Viuda de Arteaga y Compañía, Badajoz, 1870, pág. 31.
2.DOSMA DELGADO, R.: Discursos pátrios de la real ciudad de Badajoz, op. cit., pág. 32.
3.HERNÁNDEZ TOLOSA, L.: Badajoz en el siglo XVIII. Libro de noticias, trascripción y notas de Carmelo Solís, Real Academia de Extremadura, Trujillo, 1992.
4.CUELLAR, A.: “Notas sobre el rey D. Sebastián de Portugal”, Revista de Estudios Extremeños, 1-3, Badajoz 1927, pág. 296.
5.A.H.P., Badajoz, Libro de Acuerdos, 17 de diciembre de 1640, fol. 187.
6.B.N., Madrid, Ms. 2386, ff. 109-110.
7.A.H.P., Badajoz, Libro de Acuerdos, 27 de marzo de 1650, fol. 86v. El siguiente Obispo (Don Diego López de Vega, 1649-1658) también efectuó su entrada en la ciudad por la Puerta de la Trinidad ya que no podía utilizarse la Puerta de Santa Marina (A.H.P., Badajoz, Libro de Acuerdos, 27 de marzo de 1650, fol. 25).
8.A.H.P., Badajoz, Libro de Acuerdos, 5 de noviembre de 1646, fol. 80v. El puesto de guardia no aparece en el plano de Badajoz del Krigsarkivet (SÁNCHEZ RUBIO C.M.; SÁNCHEZ RUBIO, R.: Badajoz en el Krigsarkivet. El hallazgo de la visión más lejana, Excmo. Ayuntamiento, Badajoz, 2003).
9.GARCÍA BLANCO, J.: Las fortificaciones de Badajoz durante la Guerra de la Restauración de Portugal (1640-1668), Aprosuba-3, Badajoz, 2001, pp. 39-40. Es posible, al menos como hipótesis, que la artillería estuviese en realidad al comienzo de la calle del Pozo (actual calle de Menacho) donde sabemos que se montó una batería.
10.I.H.C.M., Madrid, Colección Aparici-XVIII, fol. 287.
11.A.H.M., Badajoz, Libro de Acuerdos, 26 de febrero de 1674, fol. 33v.
12.A.H.M., Badajoz, Libro de Acuerdos, 5 de julio de 1674, fol. 109v.
13.I.H.C.M., Colección Aparici-XXVIII, ff. 143-152v.
14.A.H.P., Badajoz, Prot. 348, fol. 142.

viernes, 20 de junio de 2008

PUERTA DE NUESTRA SEÑORA DEL PILAR

La construcción del recinto abaluartado supuso el derribo de la cerca medieval y sus correspondientes puertas. Por el contrario, a medida que se levantaba el recinto abaluartado se fueron construyendo sus puertas. La Puerta de Nuestra Señora del Pilar o Puerta Pilar fue una de ellas y vino a sustituir a la Puerta de Santa Marina (demolida cuando se levantó el baluarte de San Juan).

Contamos con abundante documentación que nos ha permitido seguir el proceso de construcción de la puerta. En efecto, en 1684 la zona contigua a la Puerta de Santa Marina todavía conservaba el viejo recinto medieval pues en el informe de Diego Caballero (27 de enero de 1684) se dice que se había caído un gran tramo del muro situado junto a Santa Marina, lo que viene a demostrar que en 1684 las murallas medievales de esta zona no habían sido demolidas. En una carta del Cabildo Municipal del mes de febrero de 1691 se insinúa que la puerta de Santa Marina todavía se mantenía en pie aunque desde el mes de enero de ese mismo año se construía la portada para Puerta Pilar. Finalmente Puerta Pilar fue inaugurada en 1692. Por tanto, debemos fechar la construcción de la puerta entre el mes de enero de 1691 (los canteros realizan la portada) y el 8 de abril de 1692 (inauguración). Veamos este proceso con más detalle.

La primera referencia a la nueva puerta aparece en una carta del conde de Montijo, fechada el 26 de enero de 1691, en la que se dice que los canteros se encontraban trabajando

“… en la nueba portada de piedra blanca picada y bruñida que se a de poner en el paraje donde oi esta la de sta. Marina…” (1)

La disputa que mantuvieron el conde de Montijo y el Cabildo a propósito de la Puerta de Mérida se repitió también en Puerta Pilar. En efecto, el Cabildo Municipal solicitó al Conde que las nuevas puertas conservasen los mismos escudos y las mismas imágenes de la Virgen que tenían las viejas puertas. Con este fin, el día 8 de febrero, el Cabildo Municipal acordó que Juan Chumacero y Rodrigo Brito trasladaran al Conde la petición anterior, es decir, que

“…en las puertas nuebas que se fabrican en la nueba muralla (recinto abaluartado) se pongan las armas desta ciudad y capilla para las imágenes de ntra. Señora que estan en las antiguas en la conformidad que an estado siempre…” (2)

El 19 de febrero, Juan Chumacero y Rodrigo Brito informaron al Cabildo Municipal de que el Conde había rechazado la petición de la ciudad y que la nueva puerta seguiría el modelo establecido en la puerta nueva de la Trinidad. Es decir, en la fachada no aparecería el escudo de Badajoz. El Cabildo decidió contestar en los siguientes términos

“…questa ciudad acuerda que escriua a su Excelencia que en la puerta de la sma. Trinidad nueba no pudo esta ciudad mudar el escudo de armas de la antigua porque estauan pintadas q. siempre a estado en animo de hazer escudo de piedra y ponerle como lo executara y por questa en esa materia el questa ciudad tiene en la puerta de Santa Marina buelue a representar a su Excelencia quando la desbarate la ponga el escudo q. tiene por q. todas las puertas desta ciudad an tenido y tienen sus armas y las de su Mag. y en esta conformidad se le ha de entender a su Excelencia…” (3)

El 25 de julio Rodrigo de Brito volvió a comunicar al Cabildo Municipal que el Conde se reafirmaba en la idea de tomar a la puerta nueva de la Trinidad como modelo para las nuevas entradas. El Cabildo decidió entonces pedir amparo al Rey aunque las gestiones de las autoridades municipales no impidieron que el Conde lograra imponer su criterio. En efecto, en la fachada exterior no aparece el escudo de Badajoz sino las armas del Rey y las del Conde (4).




Arriba escudo real (Carlos II); debajo escudo del Conde de Montijo

El Cabildo no dio la batalla por perdida y cuando el conde de Montijo fue sustituido por el marqués de San Vicente se solicitó que en las puertas nuevas del Pilar Trinidad y Mérida se pusiesen los escudos de la ciudad tal y como aparecían en las puertas antiguas (5). El 28 de junio de 1698 las autoridades municipales volvieron de nuevo a la carga. En esta ocasión se acordó que Francisco de Mora y Rodrigo de Brito se encargasen de que en las puertas nuevas sólo aparecieran las armas del Rey y las de la ciudad y además se quitasen las que no deben estar sin omitir en esto diligencia alguna (6). Las gestiones del Cabildo Municipal no dieron fruto y la puerta conserva las armas del Conde.

Las tres grandes puertas que se abrieron en el recinto abaluartado (Trinidad, Mérida y Pilar) no se ajustan a un modelo arquitectónico uniforme. De todas ellas la que presenta se ajusta al nuevo modelo de puerta es Puerta Pilar.



Fachada exterior



Vista lateral

La puerta se configura como un paso abovedado con dos fachadas. El vano de la fachada exterior se cierra con un arco de medio punto. Sobre la rosca del arco se levanta un cuerpo en el que se dispusieron los escudos del conde de Montijo y Carlos II. Flanqueando este cuerpo central se abren los huecos en los que se encastraban las palancas o flechas que levantaban el puente levadizo. Debemos señalar que es la única puerta de Badajoz que conserva evidencias de puente levadizo. A ambos lados de las jambas se dispusieron unos elementos salientes a modo de podio que parecen destinados a ser el soporte de sendas imágenes.

Con el paso del tiempo la portada exterior se fue cubriendo con multitud de graffitis. Algunos parecen obra de los soldados que hacían guardia en la puerta. Esta práctica era habitual y la hemos documentado en otras muchas puertas. Entre los graffitis destacan dos relojes de sol y una la inscripción que parece decir San Ignacio. Esta última la hemos incluido como graffiti ya que está realizada con minúsculas y su trazo es muy torpe. Ambas características son más propias de un graffiti que a una inscripción propiamente dicha. Es decir, parece la invocación de un devoto y no una inscripción que informase de la identidad de una imagen que supuestamente estaría sobre el podio.

El Conde y la ciudad mantuvieron una nueva polémica sobre la imagen que debía ocupar la capilla de la nueva puerta. El Conde volvió a imponerse otra vez ya que decidió que la capilla la ocupase una imagen de Nuestra Señora del Pilar a la que su esposa profesaba una especial devoción.

A pesar de las disputas el Conde invitó el Cabildo al asiento de la imagen de la Virgen en la capilla. En el Cabildo del día 20 de marzo de 1692 se leyó una carta del conde de Montijo en la que se pedía que la ciudad acudiera a la colocación de la imagen de Nuestra Señora del Pilar que se ha de poner en la puerta nueba de santa marina (7). Las autoridades aceptaron la invitación en un primer momento pero pronto surgieron disputas con el protocolo y las Autoridades Municipales optaron por excusar su presencia (8).

En la Continuación de la Historia Eclesiástica de la Ciudad y Obispado de Badajoz se nos informa de los actos que se oficiaron para dar más realce al evento. El 8 de abril, acabadas las horas, el obispo celebró la misa. A ella acudieron el Conde y una multitud de vecinos. El traslado de la imagen se efectuó la tarde del mismo día. Para este fin se formó

“…procesión general por el Campo de S. Francisco hasta la puerta del Pilar donde se colocó su capilla; la procesión se retiró y vino a la Iglesia por la Calle del Colegio. El Conde quedó muy agradecido, y la Puerta con el nombre de Nª. Sª. del Pilar. Es grande la devoción que se tiene con esta Señora…” (9)

Como testimonio de este acto se colocaron dos inscripciones en la fachada interior de la puerta.




La primera de ellas dice:

“La devoción fervorosa del Excelentisimo Señor conde de Montijo, Marques de Algava, Capitan General de esta provincia de Extremadura mandó colocar en esta puerta la santisima Imagen de Nuestra Señora del Pilar de Zaragoza, celebrose su traslacion el dia tercero de Pascua de Resurreccion en la Santa Iglesia Catedral de esta ciudad con gran solemnidad,celebrando de pontifical el ilustrisimo Señor don Juan Marin de Rodezno obispo de esta ciudad, hizose procesion general el mismo dia todo a mayor honra y gloria de Dios y su Santisima Madre. año de 1692”





La segunda inscripción dice:

“Concedio el ilustrisimo don Juan Marin de Rodezno Obispo de Badajoz cuarenta dias de indulgencias a todas las personas que rezaren una salve delante de esta imagen de Nuestra Señora del Pilar de Zaragoza, desde el dia de la festividad de su colocacion a ruego del Excelentisimo Señor Conde de Montijo, Marques de Algava capitan general de esta frontera y provincia de Extremadura”

Javier Teijeiro y Álvaro Meléndez han estudiado la capilla de Nuestra Señora del Pilar y consideran que la capilla y la puerta se levantaron al mismo tiempo (10). Esta hipótesis es la que se expone en la Continuación de la historia eclesiástica de la ciudad y obispado de Badajoz de Juan Solano de Figueroa y Altamirano y nos parece la más acertada. El autor de esta obra señala que en 1692 el conde de Montijo terminó Puerta Pilar y dispuso encima del cañón una capilla para Nuestra Señora del Pilar (11). La capilla puede verse en el proyecto de reforma que realizó en 1736 el ingeniero Juan de Subreville (12).

La imagen de Nuestra Señora del Pilar fue retirada el 8 de julio de 1761 y trasladada a la parroquia de San Andrés. Leonardo Hernández Tolosa añade que esta medida fue ordenada para evitar disturbios de inmunidad eclesiastica (13). Según Tejada Vizuete, la escultura policroma de la Virgen del Pilar es bastante anterior al año 1692 aunque se dispusiera en su capilla en esa fecha (14).

La capilla y la imagen fueron trascendentales pues acabaron dando nombre a una puerta que se conoció primero como puerta nueva de Santa Marina. Así en el Cabildo Municipal del día 30 de enero de 1695 ya se la identifica como Puerta del Pilar (15).

Con el paso del tiempo se convirtió en una de las puertas más importantes de Badajoz. Hemos de tener presente que era la salida hacia el Sur y además comunicaba al recinto principal de la Plaza con el fuerte de Pardaleras.

El 16 de enero de 1730 el Capitán General informaba a las autoridades municipales de que el paso exterior de la puerta estaba impracticable y solicitaba la reparación del mismo pues era fundamental para comunicarse con el fuerte de Pardaleras y también para el comercio. Se acordó realizar las reformas necesarias y sacar a concurso las obras (16). El día 1 de junio se vio la cuenta del empedrado de la calzada de la Puerta del Pilar que había ascendido a 925 rs. y 23 mrs. (17). Poco después se efectuaron nuevas obras en el camino que unía las puertas del Pilar y Trinidad. En efecto, el 2 de abril de 1731 se informó que en el tramo del camino que se encontraba frente a los hornos caleros se había formado un gran socavón (18). El 9 de septiembre de 1731 el Cabildo Municipal fue informado que había un gran atolladar en las inmediaciones de la Puerta del Pilar por lo que fue necesario construir nuevas calzadas para salvar este obstáculo (19). Las obras también afectaron al puente de la puerta (1739) (20).

Con motivo de la Guerra de la Independencia tuvo un papel muy señalado ya que era la puerta que comunicaba con el fuerte de Pardaleras. Cuando el fuerte cayó en manos de los franceses la puerta se tapió y se terraplenó su bóveda de modo que sólo quedó abierto un pequeño paso para poder salir por su postigo.

Para seguir la evolución de la puerta resultan interesantísimas las postales de Badajoz de los años 1832 y 1833. Gracias a ellas sabemos que durante un tiempo la calzada de la puerta fue recrecida y sobre todo podemos visualizar los elementos que remataban la fachada y que no han llegado hasta nosotros (esferas de piedra, semicrecientes, etc). La cornisa que remata el pedestal izquierdo fue destruida y la que ha llegado a nosotros es una reconstrucción. Es posible que esta circunstancia nos impida conocer si en este punto había otra inscripción como la que hemos citado en el remate del pedestal de la derecha.




NOTAS



1.A.H.M., Badajoz, Libro de Acuerdos, 26 de enero de 1691, fol. 14.
2.A.H.M., Badajoz, Libro de Acuerdos, 8 de febrero de 1691, fol. 16v.
3.A.H.M., Badajoz, Libro de Acuerdos, 19 de febrero de 1691, fol. 19.
4.A.H.M., Badajoz, Libro de Acuerdos, 9 de agosto de 1691, fol. 67.
5.A.H.M., Badajoz, Libro de Acuerdos, 4 de diciembre de 1692, fol. 121v.
6.A.H.M., Badajoz, Libro de Acuerdos, 28 de junio de 1698, fol. 94.
7.A.H.M., Badajoz, Libro de Acuerdos, 20 de marzo de 1692, fol. 35.
8.A.H.M., Badajoz, Libro de Acuerdos, 7 de abril de 1692, fol. 41v.
9.“Historia de Badajoz continuación de la de Juan Solano de Figueroa”, Revista de Estudios Extremeños, VIII-3, Badajoz, 1944, pág. 446.
10.TEIJEIRO FUENTES, J.: MELÉNDEZ TEODORO, A.: La fortificación abaluartada de Badajoz en los siglos XVII y XVIII, op. cit., pp. 174-175.
11.TEIJEIRO FUENTES, J.: MELÉNDEZ TEODORO, A.: La fortificación abaluartada de Badajoz en los siglos XVII y XVIII, op. cit., pág. 175 (not. 4).
12.Los proyectos se pueden consultar en CRUZ VILLALÓN, M.: Badajoz. Ciudad amurallada, Junta de Extremadura, Badajoz, 1999, pp. 74-75; TEIJEIRO FUENTES, J.: MELÉNDEZ TEODORO, A.: La fortificación abaluartada de Badajoz en los siglos XVII y XVIII, op. cit., 172-175.
13.HERNÁNDEZ TOLOSA, L.: Libro de noticias, trascripción y notas de Carmelo Solís, Real Academia de Extremadura, Trujillo, 1992, pág. 23.
14.SOLÍS RODRÍGUEZ, C.; TEJADA VIZUETE, F.: Diócesis y catedral pacense. De los orígenes medievales al siglo XVI, Tecnigraf, Badajoz, 1999, pág. 48.
15.A.H.M., Badajoz, Libro de Acuerdos, 30 de enero de 1695, fol. 7.
16.A.H.M., Badajoz, Libro de Acuerdos, 16 de enero de 1730, ff. 8v-7.
17.A.H.M., Badajoz, Libro de Acuerdos, 1 de junio de 1730, fol. 82v.
18.A.H.M., Badajoz, Libro de Acuerdos, 2 de abril de 1731, ff. 49v-50.
19.A.H.M., Badajoz, Libro de Acuerdos, 9 de septiembre de 1731, fol. 173.
20.El 14 de diciembre de 1739 el Capitán General de Extremadura y el ingeniero Juan Bautista Mac Evan informaron al Cabildo Municipal de las reparaciones que habían de realizarse en los puentes provisionales de las Puertas del Pilar y Trinidad (A.H.M., Badajoz, Libro de Acuerdos, 14 de diciembre de 1739, ff. 130-131).

viernes, 28 de marzo de 2008

LAS PUERTAS DE MÉRIDA

Fernando Valdés apunta que la primera Bâb Mârida (Puerta de Mérida) pudo coincidir con la actual Puerta del Alpéndiz pues de ella debía partir el camino que unía Badajoz y Mérida (1).

Con el paso de los años se desarrolló delante de la Puerta del Alpéndiz un arrabal (Arrabal Oriental) y el camino de Mérida se convirtió en uno los ejes viarios más importantes del mismo. Cuando se amuralló el arrabal fue necesario abrir una puerta en la muralla para que el camino pudiese continuar, ya extramuros, como camino de Mérida. Esa nueva puerta, situada en la cerca del Rivillas, es la Puerta de Mérida de la que nos ocupamos ahora.

El primer documento conocido que menciona directamente la puerta es tardío ya que está fechado en 1499. Durante el reinado del emperador Carlos I se realizaron importantes obras en ella aunque no alcanzamos a determinar el alcance real de las mismas (2). En dichas obras pudo intervenir Gaspar Méndez si bien es muy difícil pronunciarse sobre este asunto (3).


La Puerta de Mérida a mediados del S.XVII. Krigsarkivet. Se aprecian dos puestos de guardia señalados con &.

Según los testimonios del siglo XVII la puerta estaba precedida de un recinto cuadrangular almenado que hacía las veces de barbacana. La puerta propiamente dicha estaba flanqueada por dos torreones de planta cuadrada coronados con un parapeto almenado. La portada estaba definida por un arco de medio punto realizado con sillería de granito. Sobre la portada había dos escudos. En la parte inferior el escudo de la ciudad y en la superior el escudo del Emperador. En la fachada interior se encontraba una capilla, seguramente una hornacina, con la imagen de Nuestra Señora de Tentudía.

Al igual que otras puertas de la ciudad fue cerrada al tránsito y reabierta en numerosas ocasiones. Normalmente el Cabildo Municipal ordenó clausurarla en tanto existió amenaza de peste. Así, en los cabildos celebrados los días 24 de noviembre de 1598, 31 de agosto de 1929 y 16 de octubre 1630 se ordenó su cierre. Por el contrario, en junio de 1637, y ante una nueva amenaza de peste, las autoridades municipales ordenaron fabricar hojas nuevas. Es decir, en lugar de tapiar la puerta, como se había hecho en otras ocasiones, en este caso se ordenó poner hojas nuevas de modo que estuviese abierta de día y cerrada de noche. De este modo seguía en uso y al mismo tiempo no había peligro de que entrase en la ciudad algún apestado (4).

Con la Guerra de la Restauración (1640-1668) comienza el declive de la puerta. En efecto, cuando se inició la guerra, el Cabildo Municipal ordenó tapiar las puertas de la ciudad salvo las de Palmas y Trinidad. Con la Puerta de Mérida se hizo una excepción ya que lleuava agua el arroyo de ribillas y es necesaria para el seruicio (5). Es decir, la puerta prestaba servicio a los vecinos y el curso del Rivillas haría las veces de foso asegurando su defensa en caso de ataque. Así, sabemos que el día 17 de enero de 1641 estaba en uso pues se nombró a Blas González Suárez como Comisario para controlar la entrada y salida de gentes por ella. Pasado un tiempo se cerró al tránsito y mientras estuvo clausurada la Puerta de la Trinidad canalizó el tránsito hacia los caminos, campos y poblaciones situados al Este.

Pese a encontrase cerrada se realizaron varias obras en el entorno de la puerta. La de mayor calado fue un semibaluarte, con su correspondiente foso, que se levantó delante de ella. El semibaluarte venía a reforzar las defensas de la puerta que hasta ese momento se limitaban a un recinto rectangular a modo de barbacana (el flanco derecho del semibaluarte fue construido aprovechando el recinto rectangular). El problema más importante que nos plantea esta fortificación se refiere a su cronología. En efecto, el semibaluarte aparece perfectamente trazado en uno de los planos del Krigsarkivet, fechado a mediados del siglo XVII, y sin embargo no aparece en los planos posteriores que representan el sitio portugués del año 1658 (6). Posiblemente esta “anomalía” nos delate que el semibaluarte no llegó a concluirse, o bien, entró en un proceso de ruina y en el año 1658 no tenía entidad como para ser representado. Curiosamente el único plano de 1658 que representa el semibaluarte es el que realizó Bernabé de Gainza (1658) ya que este autor debió delinear el plano en Madrid utilizando cartografía poco actualizada. Después, ya en Badajoz, actualizó y completó el plano con las líneas de sitio portuguesas, la circunvalación de Elvas, etc (7).

El semibaluarte no fue la única obra que se construyó para proteger la puerta. Así, en el Cabildo Municipal del día 5 de noviembre de 1646 se menciona un cuerpo de guardia y el 12 de agosto de 1665 Francisco Domingo se comprometió a realizar varias reformas en él

“…En el cuerpo de guardia de la puerta de merida he de adereçar y haçer quinze tapias y poner cuatro vigas. He de gastar en el vn cahiz de cal y noueçientas tejas para cubrirlo con los demas aderentes de cañas cabios y clauos.
He de hacer un gariton en la esquina del matadero capaz de quatro o seis hombres…” (8)

Para entender y situar las obras realizadas por Francisco Domingo debemos recordar que en el ámbito de la Puerta de Mérida existían dos cuerpos de guardia. Los dos estaban intramuros pero el primero se encontraba frente a la puerta (cerca del Matadero) y el segundo en la muralla que se extendía entre la puerta y la Torre de las Palomas. Ambos cuerpos de guardia aparecen en el plano de Badajoz del Krigsarkivet.


Vista de la Puerta de Mérida según Baldi. Reproducción de la vista en los azulejos del Bar la Giralda.

La vista de Baldi (año 1668) nos permite observar la puerta tras la guerra con sus dos torreones cuadrados que la flanqueaban, el recinto rectangular, situado delante, la estacada y una rampa lateral dispuesta, seguramente, para facilitar el acceso de carruajes (9).. Este detalle es muy importante pues nos apunta que en ese momento la puerta estaba en servicio. Por último, Baldi parece representar el semibaluarte que se dispuso delante de la puerta.

La última imagen de la puerta nos la proporciona el plano de Francisco Domingo (año 1679) (10). En esos años la puerta parece de nuevo en uso y el semibaluarte ha sido sustituido por un baluarte aplicado a la vieja cerca. El recinto rectangular no aparece pues debió reaprovecharse para apoyar el flanco derecho del nuevo baluarte que debió construirse entre los años 1677 y 1679 ya que no aparece en el informe de Luis de Venegas (8 de julio de 1677) y sin embargo Francisco Domingo (16 de junio de 1679) lo representa en su plano. Según Francisco Domingo era un baluarte sólo de tierra, es decir, sus terraplenes no estaban revestidos de una camisa de piedra.

A finales del siglo XVII la cerca medieval que se extendía a lo largo del Rivillas fue demolida para construir el nuevo recinto abaluartado de la ciudad. El trazado del frente que se extiende entre el convento de la Trinidad y la Alcazaba resultaba especialmente complejo y se elaboraron varios proyectos para salvar las dificultades que esta zona presentaba (11). Las obras se demoraron más de lo previsto entre otros motivos por el conflicto que mantuvieron la autoridad militar y la municipal.

En 1680 se habían construido las fortificaciones contiguas a la nueva Puerta de la Trinidad pero la zona de la Puerta de Mérida conservó la cerca medieval varios años más tarde. Así, en el informe de Diego Caballero (27 de enero de 1684) se dice que se había derrumbado un tramo de más de veinte varas de largo en la muralla que se extendía frente al matadero. Si tenemos presente que el matadero estaba junto a la Puerta de Mérida debemos deducir que esta zona mantenía la muralla medieval en 1684. Finalmente la vieja Puerta de Mérida sucumbió cuando se demolió la cerca medieval en la que se abría. Antes de proseguir debemos recordar que la nueva muralla abaluartada se retranqueó respecto a la vieja cerca lo que obligó a demoler buena parte del barrio de Salvador que era la parte de la ciudad con la que lindaba la Puerta de Mérida.

El Cabildo Municipal pidió que se abriese una puerta en el nuevo recinto abaluartado comprendido entre el baluarte de San Pedro y el semibaluarte de San Antonio. La nueva puerta debía prestar a los vecinos los mismos servicios que anteriormente había prestado la vieja Puerta de Mérida que se había demolido. El Cabildo envió un memorial al Rey razonando su petición ya que sin esa puerta queda la Ciudad sin comercio en la crecientes del Guadiana (12).

El Rey ordenó al Consejo de Guerra que estudiase la petición (23 de noviembre de 1689). A su vez, el Consejo acordó pedir sendos informes al conde Montijo (Capitán General y responsable de las nuevas obras de fortificación de Badajoz) y al gobernador de la ciudad e insistió que este último consultase el asunto con el ingeniero de la frontera. El conde de Montijo, que por esas fechas se encontraba en Madrid, replicó que no había dejado la puerta por consejo de los oficiales más antiguos que acordaron

“…no se dejase (la puerta) en la nueba fortificacion por los muchos y graves inconvenientes que discurrian de mantenerla…” (13)

Por el contrario, en el informe del gobernador se dice que

“…siendo la distancia tan larga (entre la Puerta de la Trinidad y el castillo) es muy conveniente que haya un postigo por donde puedan salir dos hombres á cavallo y que tenga las puertas muy fuertes sin que se abran sino cuando conveniere…” (14)

Es decir, entre el Baluarte de la Trinidad y la Alcazaba los vecinos (civiles) sólo podían utilizar la Puerta de la Trinidad. Por este motivo, defendía que podría abrirse una entrada que se usase cuando conveniere.

El ingeniero (¿Francisco Domingo y Cueva?) envió su propio informe en el que apuntaba

“… que no tiene orden de su Capitan General el Conde de Montijo para dejar Puerta en dicho paraje ya sea por tener cinco la Ciudad dos al Guadiana y tres a dicho Convento (Trinidad), ó, ya por otros motivos, y que en cuanto á buena política militar en tiempo de guerra se podia dejar un postigo para salir con puntualidad en las ocurrencias á las fortificaciones exteriores de aquella parte que hasta ahora no están hechas…” (15)

El ingeniero confesaba que el conde no había dado orden de construir la puerta aunque en su opinión era necesaria aunque sólo fuese para uso militar.

El 9 de enero de 1690 el Consejo de Guerra examinó todos los informes y decidió recomendar al Rey la construcción del postigo que habían solicitado las autoridades municipales. No obstante, uno de los miembros del Consejo, Pedro de Oreitia, consideró conveniente que cuando volviese el conde de Montijo a Badajoz se le mandase informar de nuevo oyendo á los Cavos y Ingeniero.

El 23 de enero de 1690, el Rey envió una carta al general de artillería, Cristóbal Manuel Portocarrero, en la que se le informaba de las gestiones que había realizado el Cabildo Municipal y de la decisión final sobre este asunto. En dicha carta se ordenaba dejar un postigo que tuviese suficiente anchura como para permitir salir a dos hombres a caballo. Con esta anchura se podría

“…zerrar quando conviniere y fuere necesario no ai p. ahora motiuo q. enbarase el que no quede la ciudad elcusanche y aliuio deste postigo…” (16)

En una nueva carta del Rey (23 de marzo 1690) se volvía a ordenar la abertura del postigo en el lugar que se había dispuesto (17). El asunto parecía zanjado pero el Conde haría todo lo posible para cerrar la puerta. En efecto, en enero de 1691, el Conde envió una carta al Cabildo Municipal en la informaba que

“…Hauiendo reparado que el portillo que se ha dexado en la cortina de la muralla frente donde estaua la antigua puerta de Merida, para fabricar el postigo que S. Mag. tiene resuelto que se haga en aquel paraje capaz para que puedan salir por el dos hombres a caballo se tapo y oi lo esta con tapias de semillas de tierra (sic) en el ynterin que se labran las piedras picadas para la portada y respecto de hallarme con el empeño de proseguir y adelantar la nueba muralla en que se ua trabajando incesantemente sin hauer levantado la mano de la obra no, obstante ser ybierno y al mismo tiempo estar ocupados los maestros canteros en la nueba portada de piedra blanca y bruñida que se a de poner en el paraje donde oi esta de ssta. Marina por cuias razones y la cortedad de medios con que hallo por el atraso de las cobranzas no es posible emprender al mismo tiempo que se hasen las obras referidas las de la portada para el postigo que se a de hazer donde esa el portillo referido y siendo justo que este con el resguardo conveniente y no tan aventurado como lo esta al presente con las tapias de tierra e resuelto taparle con cal y canto para la mejor seguridad en el ynterin q. da lugar el tiempo y los medios para q. auiendo concuido los maestros canteros con la portada de la puerta de ssta. Marina pasen a labrar la que se ha de poner en el postigo en cumplimiento de la orden de S. Mag…” (18)

Terminaba el Conde su carta señalando que ejecutaría el postigo lo antes posible. Es decir, siguiendo las órdenes del Rey el conde de Montijo había dejado una brecha (portillo) en el lugar donde habría de construirse el postigo (la nueva Puerta de Mérida). No obstante, la brecha no se dejó practicable sino que se cerró, provisionalmente, con unas débiles tapias de tierra. Mas tarde, el Conde consideró que este cierre no era seguro y comunicó a las autoridades municipales que proyectaba cerrar la brecha con un muro de cal y canto. Según el Conde este cierre sería también provisional y no tenía más objeto que asegurar la ciudad en tanto se construía la portada para el nuevo postigo.

Las razones del Conde no convencieron al Cabildo que reafirmó su intención de que el postigo se construyera lo antes posible. Contra los argumentos del Conde las autoridades municipales replicaron proponiendo que

“se sirua mandar se execute la fabrica del postigo pues por su cortedad y sitio y estar al pie de la obra la piedra de la portada antigua con que se excusara la costa de tapar el portillo de cal y canto…” (19)

En el Cabildo del día 8 de febrero se retomó el asunto pues, el Conde, que no debió tomar en consideración las propuestas del Cabildo, había cerrado la brecha con un muro de cal y canto de tal forma que la brecha queda para no abrirse. El Cabildo sospechaba que el Conde, con la excusa de la seguridad, pretendía evitar o al menos retrasar la construcción del portillo. Ante esta situación las autoridades municipales acordaron informar al Rey del desconsuelo que producía a los vecinos la actuación del Conde (20). Para valorar la situación de la brecha contamos con la magnífica descripción que el escribano J. Serrano Barradas leyó en el Cabildo del día 9 de febrero

“…lo uisto tapado de cal y piedra incorporado (el portillo) a la nueua muralla con el soculo y gruesos della hasta el parapeto y encalado por la parte de afuera de forma que no queda señal de que en aquel sitio se a de haçer postigo…” (21)

Las gestiones del municipio dieron sus frutos pues en el Cabildo del día 5 de abril 1691se vio una carta del Rey dirigida al conde de Montijo ordenándole construir el postigo que había sido aprobado (cartas de 23 de enero y marzo de 1690).

En el Cabildo del día 25 de julio se nombraron nuevos Comisarios para que tratasen el asunto con el conde de Montijo y la puerta de merida quede abierta para el uso de los vezinos desta ciudad (22). Pese a todo el Conde siguió haciendo caso omiso y poniendo reparos a las peticiones de los comisarios municipales. El 27 de junio los comisarios informaron de sus gestiones al Cabildo Municipal que acordó informar otra vez al Rey (23). En el nuevo informe se apunta que el cierre de la puerta perjudica a toda la ciudad pero sobre todo a los vecinos de aquel barrio por ser los que se serbian por ella y los mas nesecitados (24).

Finalmente se consiguió que el Rey ordenara, nuevamente, dejar abierto un portillo capaz de entrar y salir vna carga o un arado con su yunta para los vecinos de aquel barrio (25). No obstante, se pusieron algunas limitaciones al uso de la puerta. Así, se estableció que no an de entrar ni salir para el cargar mercaderias ni fructos. Si tenemos presente estas consideraciones parece que la puerta sólo podría utilizarse para la entrada y salida de personas y animales pero no de mercancías.


Vista de la fachada exterior de la nueva Puerta de Mérida. Se aprecia la Capilla-Hornacina de la Virgen de Tentudía.

Las diferencias parecían terminar pero poco después se inició otro contencioso sobre la capilla y el escudo que debían disponerse en la puerta. En efecto, el Cabildo había solicitado al Rey que la nueva Puerta de Mérida mantuviera la capilla de la Virgen de Tentudía que existía en la vieja. El Rey dio la razón al Cabildo Municipal pues ordenó que se haga la capilla en la forma que estaua cuando la demolieron (26). En el Cabildo del día 30 de agosto de 1691 se acordó hacer cumplir las órdenes del Rey correspondientes a la capilla de Nuestra Señora de Tentudía (27). Las obras se iniciaron poco después y el 4 de diciembre se acordó entregar 120 rs. a Juan Isidro Chapín para acabar de aderezar la escalera de la capilla de Nuestra Señora de Tentudía (28). La imagen permaneció en su capilla hasta que en el mes de agosto del año 1761 se trasladó a la parroquia de Nuestra Señora de la Concepción. En esa fecha se trasladaron el resto de las imágenes que estaban en las demás puertas de la ciudad. Según Leonardo Hernández de Tolosa la medida tenía por objeto evitar disturbios de inmunidad eclesiástica por averse seguido algunos por esta causa (29)

El Cabildo deseaba también que el escudo de la ciudad luciese en las puertas nuevas tal y como lo había hecho en las viejas puertas (Trinidad, Mérida y Santa Marina). El Conde se negó reiteradamente a esta petición y al final logró colocar su propio emblema en las puertas de Mérida y Pilar. El Cabildo no dio la batalla por perdida y aprovechando la llegada del nuevo Capitán General solicitaron que en las puertas del pilar, trenidad y merida se pongan las armas de la ciudad como estauan (30).

Las peticiones de las autoridades municipales no fueron atendidas y en la actualidad las puertas de Mérida y Pilar lucen el escudo del conde de Montijo en lugar del escudo de Badajoz.


Vista de la fachada exterior de la nueva Puerta de Mérida.


Detalle de los escudos del Emperador y del Conde de Montijo.

Como resultado de estas disputas la Puerta de Mérida combina elementos procedentes de la vieja con otros nuevos. En primer lugar, la portada es un elemento reaprovechado pues, el Cabildo Municipal, para acelerar la construcción, propuso reutilizar la vieja portada (Cabildo del día 26 de enero de 1691). Se trata de una portada de cantería de granito que en la actualidad está muy meteorizado y se disgrega con suma facilidad. Pese a todo es posible que algunas piezas conserven marcas de cantero. En la fachada exterior encontramos los escudos del Emperador y del conde Montijo. El primero debe proceder de la vieja puerta. Por el contrario, el escudo del Conde debe ocupar el espacio que originariamente ocupó del escudo de la ciudad. Llegados a este punto es preciso preguntarse por el destino final del escudo de la ciudad de la vieja puerta. En principio parece lógico pensar que se reutilizase en otro edificio (Galera, Matadero, Carnicerías, etc.). La mitad superior de la fachada, comprendida entre la portada y el coronamiento, fue decorada con un motivo de falsa sillería que todavía se aprecia.

En la fachada interior el elemento más destacado era la capilla, en realidad hornacina, en que se depositó la imagen de la Virgen de Tentudía de la vieja puerta. La capilla estaba rematada con una espadaña que era visible desde el exterior.

La excavación de la Puerta de Mérida, realizada por Montserrat Girón Abumalham, ha puesto al descubierto las viviendas que fueron destruidas cuando se construyó la muralla abaluartada y la propia puerta (31). En una de las estancias sacadas a la luz se localizó una moneda resellada en 1692 lo que viene a corrobora que ese año se configuró la puerta tras la larga polémica entre las autoridades municipales y militares.

Si el proceso de abertura fue complicado no lo es menos el de su cierre. Diego Suárez de Figueroa señala que la puerta se cerró con motivo del sitio de 1705 (32). No obstante, es posible que fuera abierta temporalmente mientras se construía el matadero. Eso al menos parece intuirse del acuerdo municipal del 10 de mayo de 1729 (33). Asimismo, el día 28 de julio de ese año se vio una cuenta referente al empedrado de la Puerta de Mérida (34). En cualquier caso volvió a cerrase poco después pues en el plano de Badajoz del año 1739 se apunta

“…Puerta de Merida serrada su comunicación a causa de la desigualdad que le causa la obra, en el terreno de sus inmediaciones…” (35)

Para los años finales del siglo XVIII la información resulta contradictoria. En efecto, el plano de Badajoz de Pedro Ruiz de Olano (12 de marzo de 1772) muestra un recinto rectangular delante de la puerta (36). Este recinto no aparecía en los planos anteriores lo que parece indicar que la puerta estaba en uso por esos años o en los inmediatamente anteriores. No obstante, debió cerrarse temporalmente pues en una la historia anónima de Badajoz, que deberíamos fechar hacia 1785, se dice que la Puerta de Mérida estaba tapada (37). Poco después volvió a ponerse en servicio ya que en el informe del ingeniero militar Fernando de Gaver (3 de diciembre de 1796) se informa que

“…Se atraviesa por el foso para llegar a las puertas de Merida, de la Trinidad, y del Pilar que dan entrada a la ciudad por calzadas sin puente alguno lebadizo…”(38)

El texto no puede ser más claro.

En el Plan de defensa de la plaza de Badajoz (29 de marzo de 1801) se recomendaba, entre otras medidas, asegurar las puertas de la Trinidad, Pilar y la de la Cabeza del Puente, montar dos pequeños cañones en la Puerta de Palmas y

“…deviendo condenarse (cerrase) la (puerta) de Merida y nueba, con la precaucion de la 1ª de hacerse ante de ella una cortadura…”(39)

Es decir, considera que para asegurar la ciudad en caso de ataque debería cerrarse la Puerta de Mérida lo que vendría a manifestar que estaba en uso. Poco después (informe de Josef de Ampudia y Valadés, 15 de diciembre de 1801) se menciona un puesto de guardia en la Puerta de Mérida (40)


Plano de José de Gabriel (1803). A la izquierda se aprecia la escalinata de acceso a la Capilla-hornacina y a la derecha el cuerpo de guardia.


Vista de la fachada interior de la nueva Puerta de Mérida. Compárese con el plano de José de Gabriel(1803).

El plano de José de Gabriel, fechado en 1803, nos muestra como en ese momento la Puerta de Mérida parece practicable. Este plano nos ofrece la mejor imagen de la puerta tanto en planta como en alzado (40). En él podemos apreciar el recinto rectangular que precedía a la puerta. El arranque de este elemento todavía se conserva aunque el resto fue destruido cuando se excavaron las canteras y el foso que se extienden delante de la puerta. En la fachada interior se encontraban el cuerpo de guardia a la derecha y la escalera a la izquierda. Esta última permitía acceder a la plataforma situada delante de la capilla. Es decir, un esquema muy similar al de la Puerta de Palmas (escalera de acceso a la izquierda de la puerta, hornacina y plataforma delantera). En cualquier caso, y pese a la similitud formal las diferencias funcionales debieron ser importantes. En efecto, en el caso de la Puerta de Mérida la plataforma que se extiende delante de la capilla pudo habilitarse también como paso de ronda mientras que en la Puerta de Palmas la plataforma estaba delimitada por los dos torreones.

Con motivo de la Guerra de la independencia debió tapiarse pues tanto Domingo Luis del Valle como Manuel Pueyo en sendos documentos del 24 de agosto de 1812 aseguran que la puerta estaba cerrada al tránsito (41). En el plano de Domingo Luis del Valle se apunta que la Puerta de Mérida estaba tapada y en el informe de Manuel Pueyo se dice que la Puerta de Mérida se halla al presente condenada.

Finalmente, el avance de las canteras hizo imposible el paso por ella.



NOTAS.



1.VALDÉS FERNÁNDEZ, F.: “Las etapas constructivas de la alcazaba de Badajoz”, Bataliús, II, Letrúmero, Madrid, 1999, pág. 151).
El camino de Mérida (conocido después como el camino de Talaveruela o de los Lagares) dio nombre a la puerta y a las huertas contiguas a él (Vega de Mérida).
2.GUERRA GUERRA, A: Seis cartas de los Reyes Católicos con sentencias, privilegios y declaraciones acerca de los bienes de la ciudad de Badajoz, Diputación Provincial, Badajoz, 1973, pág. 33.
3.KURT SCHAEFER, G.; DOMÍNGUEZ DE LA CONCHA, C.: “Epigrafía medieval y moderna del Museo Arqueológico Provincial de Badajoz”, Revista de Estudios Extremeños, LII-2, Badajoz, 1996, pág. 502-503.
Como ya hemos expuesto al estudiar la Puerta de la Coracha, Nicolás Díaz y Pérez considera que el escudo de Badajoz que se encuentra sobre la puerta de la Galera y la inscripción de la Huerta del Manco no forman parte del mismo conjunto. Nicolás Díaz estimó que el escudo de la Galera procedía de la Puerta de Mérida y en una ocasión llega a suponer que la puerta de la Galera era la Puerta de Mérida aunque más adelante se desdice (DÍAZ Y PÉREZ, N.: España sus monumentos y artes su naturaleza é historia. Extremadura, Editorial de Daniel Cortezo, Barcelona, 1887, pág. 72, 75, not. 1 y 282). Es posible que cuando Nicolás Díaz identifica las puertas de la Galera y Mérida pudiera referirse a que la puerta de la Galera reaprovecha el material de la Puerta de Mérida. En estas circunstancias debemos ser muy cautos cuando hablemos de la intervención de Gaspar Méndez en esta puerta.
4.A.H.M., Badajoz, Libro de Acuerdos, 18 de junio y 15 de noviembre de 1637, fol. 117
5.A.H.M., Badajoz, Libro de Acuerdos, 7 de diciembre de 1640, fol. 181v.
6.SÁNCHEZ RUBIO, C. M.; SÁNCHEZ RUBIO, R.: Badajoz en el Krigsarkivet. El hallazgo de la visión mas lejana, Excmo. Ayuntamiento, Badajoz, 2003, pág. 37.
7.SÁNCHEZ RUBIO, C. M.; TESTÓN NÚÑEZ, I.; SÁNCHEZ RUBIO, R.: Corographía y descripción del territorio de la plaza de Badaxos y fronteras del Reyno de Portugal confinantes a ella, Junta de Extremadura, Badajoz, 2003, pág. 10
8.CORTÉS CORTÉS, F.: “1640-1668: Fortificaciones en Extremadura”, Revista de Estudios Extremeños, XLII-1, Badajoz, 1986, pág. 195.
9.TEIJEIRO FUENTES, J.; MELÉNDEZ TEODORO, A.: La fortificación abaluartada de Badajoz en los siglos XVII y XVIII, Tajo Guadiana, Badajoz, 2000, pp. 68-71.
10.CRUZ VILLALÓN, M.: Badajoz. Ciudad amurallada, Junta de Extremadura, Badajoz, 1999, pp. 36-37.
11.Los proyectos para este frente han sido estudiados por María Cruz Villalón, Javier Teijeiro y Álvaro Meléndez (CRUZ VILLALÓN, M.: “Las murallas de Badajoz en el siglo XVII”, Norba-Arte, VIII (1988), Universidad de Extremadura, Cáceres 1989, pág. 128 y ss; TEIJEIRO FUENTES, J.; MELÉNDEZ TEODORO, A.: La fortificación abaluartada de Badajoz en los siglos XVII y XVIII, op. cit., pp. 72-75).
12.I.H.C.M., Madrid, Colección Aparici-XXVIII, fol. 213.
13.I.H.C.M., Madrid, Colección Aparici-XXVIII, fol. 213v.
14.I.H.C.M., Madrid, Colección Aparici-XXVIII, fol. 213v.
15.I.H.C.M., Madrid, Colección Aparici-XXVIII, fol. 213v-214.
16.A.H.M., Badajoz, Libro de Acuerdos, 5 de abril de 1691, fol. 35-35v.
17.A.H.M., Badajoz, Libro de Acuerdos, 5 de abril de 1691, fol. 35v.
18.A.H.M., Badajoz, Libro de Acuerdos, 26 de enero de 1691, fol. 13v-14.
19.A.H.M., Badajoz, Libro de Acuerdos, 26 de enero de 1691, fol. 14v.
20.A.H.M., Badajoz, Libro de Acuerdos, 8 de febrero de 1691, fol. 16v.
21.A.H.M., Badajoz, Libro de Acuerdos, 9 de febrero de 1691, fol. 17.
22.A.H.M., Badajoz, Libro de Acuerdos, 25 de junio de 1691, fol. 98.
23.A.H.M., Badajoz, Libro de Acuerdos, 27 de junio de 1691, fol. 49.
24.A.H.M., Badajoz, Libro de Acuerdos, 9 de agosto de 1691, fol. 66v.
25.A.H.M., Badajoz, Libro de Acuerdos, 9 de agosto de 1691, fol. 67.
26.A.H.M., Badajoz, Libro de Acuerdos, 9 de agosto de 1691, fol. 67.
27.A.H.M., Badajoz, Libro de Acuerdos, 30 de agosto de 1691, fol. 73.
28.A.H.M., Badajoz, Libro de Acuerdos, 4 de diciembre de 1691, fol. 122.
29.HERNÁNDEZ TOLOSA, L.: Badajoz en el siglo XVIII, Trascripción y notas de Carmelo Solís, Real Academia de Extremadura, Trujillo, 1992, pág. 23.
30.A.H.M., Badajoz, Libro de Acuerdos, 4 de diciembre de 1692, fol. 121v.
31.GIRÓN ABUMALHAM, M.: “Intervenciones en el Museo de la Catedral de Badajoz, Puerta de Mérida y Convento de San Agustín”, Jornadas sobre Arqueología de la Ciudad de Badajoz, Museo Arqueológico Provincial de Badajoz, Tecnigraf, Badajoz, 2007, pp.77-91.
32.SUÁREZ DE FIGUEROA, D.: Historia de la ciudad de Badajoz, Amigos de Badajoz, Badajoz, 2005, pág. 19.
33.A.H.M., Badajoz, Libro de Acuerdos, 10 de mayo de 1729, ff. 137 y 181v.
34.A.H.M., Badajoz, Libro de Acuerdos, 28 de julio de 1729, fol. 207.
35.Plano de la Plaza y Castillo de Badajoz con el de las demas obras anexas a en el estado que hasta oy Primero de junio de 1739 se hallan sus fortificaciones, Anónimo, I.H.C.M., Madrid, B-8-44. Por el contrario, los planos de Badajoz del año 1735 (Diego de Bordick, Pedro de Moreau, etc.) parecen insinuar que la puerta estaba en uso.
36.CRUZ VILLALÓN, M.: Badajoz. Ciudad amurallada, op. cit., pp.62-63.
TEIJEIRO FUENTES, J.; MELÉNDEZ TEODORO, A.: La fortificación abaluartada de Badajoz en los siglos XVII y XVIII, op. cit., pp. 248-259.
37.B.N., Madrid, Ms. 18260, pág. 119-120. Para fechar la história anónima de Badajoz en el año 1875 hemos seguido el estudio relizado por Vicente Barrantes (BARRANTES, V.: Aparato bibliográfico para la historia de Extremadura, UBEX, Badajoz, 1999, vol. I, pág. 173).
38.I.H.C.M., Madrid, Cartoteca Histórica, 5-5-6-15, Informe de Fernando Gaver, 3 de diciembre de 1796, fol. 3v;
39.I.H.C.M., Madrid Cartoteca Histórica, 5-5-7-8., fol. 3.
40.I.H.C.M., Madrid, Cartoteca Histórica 5-5-7-7, fol. 4v.
41.CRUZ VILLALÓN, M.: Badajoz. Ciudad amurallada, op. cit., pp. 64, 65, 66, 67, 74 y 75.
42.CRUZ VILLALÓN, M.: Badajoz. Ciudad amurallada, op. cit., pp. 72-73; A.H:N., Diversos-Colecciones, 120, N.3.