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sábado, 11 de octubre de 2008

LAS PUERTAS DE LA TRINIDAD

La primera Puerta de la Trinidad se abría en la muralla medieval contigua al convento homónimo. El camino que unía Badajoz y Sevilla partía de ella y por este motivo fue conocida primero como Puerta de Sevilla. Con el paso del tiempo, la proximidad al convento de la Trinidad resultó determinante y la puerta tomó el nombre del convento. El cambio de nombre debemos situarlo a partir del siglo XIV ya que en un documento de 1499 todavía aparece como Puerta de Sevilla (1). Nicolás Díaz y Pérez asegura que en algún momento se llamó Puerta de San Roque aunque no hemos podido contrastar la fuente en la que se basa y por ello debemos ser sumamente cautos. En cualquier caso, el cambio de nombre de las puertas es bastante corriente. Así, la vieja Puerta de Jerez, que era la salida del camino de Jerez de los Caballeros, terminó tomando el nombre de la ermita de Santa Marina que se levantaba frente a ella.



Puerta de la Trinidad. Plano de Badajoz de mediados del siglo XVII (Krigsarkivet, Estocolmo). Delante de la puerta se observan las obras levantadas a raíz de la Guerra de la Restauración de Portugal (media luna y estacada). SÁNCHEZ RUBIO, C.M.; SÁNCHEZ RUBIO, R.: Badajoz en el Krigsarkivet. El hallazgo de la visión más lejana, Excmo. Ayuntamiento, Badajoz, 2003.




Puerta de la Trinidad según Luis de Venegas (1677). I.H.C.M., Colección Aparici-XXVIII. En este esquema la muralla medieval aparece en color marrón y señalada con la letra A. En color azul y señaladas también con la letra A, aparecen las obras construidas a lo largo de la guerra de la Restauración (media luna de la Trinidad, baluarte de los Hornos Caleros y la estacada de la Trinidad). Las líneas representadas en verde y rojo (marcadas con las letras B y C) se corresponden con dos proyectos de Luis de Venegas que no llegaron a materializarse



Puerta de la Trinidad según Baldi (1668). Sólo se aprecia el remate de los dos torreones y el alzado completo de uno de ellos ya que el resto de la puerta está oculta tras la media luna de la Trinidad.


Era una puerta que repetía el mismo esquema de las puertas de Mérida y Santa Marina, es decir, acceso directo y dos torres cuadradas para flanquearla (2). En la fachada exterior, lucía un escudo con las armas de la ciudad. Normalmente los escudos de las puertas eran de piedra pero el de la Puerta de la Trinidad estaba pintado (3). A diferencia de otras puertas no contó con capilla hasta el siglo XVII. La iniciativa para construir la capilla partió del convento de la Trinidad que expuso su petición al Cabildo Municipal el día 29 de agosto de 1639 (4). La solicitud fue aceptada con algunas condiciones. En efecto, el 1 de septiembre las autoridades municipales decidieron que la capilla la ocuparía una imagen de la Virgen de las Angustias. También acordaron que el convento no participase en las obras y que la escalinata de acceso a la capilla se construyese fuera convento. Por este motivo la escalinata se dispuso en el lateral izquierdo de la puerta, es decir, en el extremo opuesto del convento. En el mismo Cabildo Municipal (1 de septiembre) se acordó hacer dos llaves para la capilla (una la tendría el mayordomo y otra el convento). Asimismo las autoridades municipales dejaron claro la capilla era de la ciudad y no del convento (5). El día 5 de septiembre se acordó iniciar las obras. Es posible que la imagen de la Virgen de las Angustias que se dispuso en la capilla procediera de la Puerta del Capitel.

La puerta era una de más importantes de Badajoz o por lo menos una de las que se consideraba de más utilidad para el vecindario y en caso peste era una de las pocas que permanecía abierta (24 de julio de 1598, 24 de noviembre de 1598, 31 de agosto de 1629, 16 de octubre de 1630, 15 de junio de 1637, etc.). En alguna ocasión las autoridades municipales ordenaron su reparación coincidiendo con algún episodio de peste. Así, con motivo de la alarma de peste de junio de 1637 se ordenó poner puertas nuevas (hojas o batientes) para poder cerrarla. De este modo se garantizaría el tránsito de día y al tiempo podía cerrarse de la noche para impedir la entrada de posibles apestados. La orden se cumplió con diligencia ya que en el cabildo del día 5 de noviembre se acordó que los regidores

“…recoxan las puertas que se fizieron para guardar esta ciudad y se pusieron en las puertas della…” (6)

En el mismo cabildo se decidió pagar a Antonio Hernández Sardiña que estuvo de sobrestante en la Puerta de la Trinidad (7). Que al Cabildo Municipal, siempre necesitado de fondos, optase por reparar la puerta para mantenerla en uso nos da idea de su importancia.

El 10 de septiembre de 1640 se ordenó pregonar una nueva obra en la puerta. El coste de la misma se libraría del juro que la ciudad tenía situado sobre las alcabalas para el reparo de los muros.

La Guerra de la Restauración convirtió a la Puerta de la Trinidad en una de las más importantes de la ciudad. Cuando se inició el conflicto con Portugal (diciembre de 1640) las autoridades municipales ordenaron cerrar todas las entradas de la cerca urbana salvo las puertas de Palmas y Trinidad. Desde este momento la Puerta de la Trinidad asumió funciones que tradicionalmente estaban reservadas a otras puertas de la ciudad. Así, se convirtió en la entrada más adecuada para recibir a los visitantes ilustres que anteriormente hacían su entrada oficial por la Puerta de Santa Marina. Podemos tomar como ejemplo la recepción de los nuevos obispos. El primer obispo que efectuó su entrada solemne en Badajoz por la Puerta de la Trinidad fue Fray José de la Cerda (6 de octubre de 1641). La recepción del siguiente obispo, Fray Ángel Manrique, aparece descrita en el Cabildo Municipal del día 11 de octubre de 1645. En el acta correspondiente se dice que el obispo entró por la Puerta de la Trinidad ya que la Puerta de Santa Marina, que se venía utilizando para estos eventos, no podía utilizarse ya que esta serrada y no usarse della por causa dela guerra de Portugal (8). Los obispos Diego López de la Vega (1649-1658) y Gabriel de Esparza (1659-1662) también entraron por la Puerta de la Trinidad (9). No obstante, debemos advertir que cuando se reabrió la Puerta de Santa Marina los obispos Fray Francisco Roys Mendoza (1668-1673) y Juan Marín de Rodezno (1681-1706) hicieron su entrada por esta última.

Como ya hemos adelantado, la Guerra de la Restauración (1640-1668) marcó un hito en la evolución de la Puerta de la Trinidad. Durante la guerra fue objeto de atención especial ya que se encontraba en uno de los puntos más vulnerables de la ciudad. Las obras fueron casi continuas e incluyeron puertas (batientes), rastrillos, cuerpo de guardia, media luna, estacada y camino cubierto.

La documentación más abundante es la que se refiere a las puertas y rastrillos. No obstante, debemos advertir que los documentos no diferencian entre la puerta y el rastrillo de la Trinidad y la puerta y rastrillo de la de la media luna que se construyó delante de aquella. La primera actuación que tenemos documentada se remonta al 3 de julio de 1648. Ese día se ordenó librar 300 rs. a Antonio Morgado por la reparación de los rastrillos y puertas de Trinidad y Palmas (10). Poco después, en el cabildo del día 5 de julio de 1646, se decidió que el arbitrio de 18 mrs. en cada arroba de vino, que se había establecido para pagar las pérdidas de las carnicerías, se utilizase para aderezar los cuerpos de guardia y los rastrillos (11).

El 14 de julio de 1648, el marqués de Leganés envió una carta al Cabildo Municipal en la que exponía:

“…la puerta de la tienidad esta adereçada no haciendose la misma delixençia en la de la puente y otras que se estan cayendo y de mala calidad no se puede entender se aya obrado cosa de consideracion y aunque reconosco la estredesa de medios con que alla la ciudad es tan preciso acudir al remedio desto…” (12).

El Cabildo debió dar por buenas las críticas del marqués de Leganés pues acordó que Antonio Morgado (carpintero que ya había efectuado reparaciones en las puertas de Palmas y Trinidad) aderezase lo que fuese necesario aunque Antonio Morgado se centró en la Puerta de Palmas y su entorno. El día 27 de julio volvió a tratarse el asunto de los rastrillos de las puertas de Palmas y la Trinidad. En esta ocasión se acordó financiar las reformas con el arriendo de los molinos de la aceña (13).

Durante el año 1650 continuaron las obras. El Cabildo Municipal, siguiendo las indicaciones del marqués de Leganés, había ordenado reparar las puertas. Dichas reparaciones debieron ejecutarse pues el 14 de febrero se acordó pagar 500 rs. a Antonio Montero, Maestro Mayor de las obras de la ciudad, por los rastrillos de las puertas del Puente y la Trinidad (14). El importe de las reparaciones debía detraerse de la partida correspondiente a los 38 mrs. que se cargaron por cada arroba de vino y que en principio se había destinado al empedrado de las calles y otras cosas. El 12 de mayo el general de la artillería solicitaba al Cabildo Municipal que se reparasen el cuerpo de guardia y el rastrillo ya que el primero estaba caído y el segundo muy maltratado. Las dificultades económicas hacían muy difícil que el Municipio pudiera acometer todas las obras. El 20 de mayo, los comisarios municipales encargados del seguimiento de las obras informaron que se habían invertido en ellas 300 rs. pero se necesitaban más. En el mismo Cabildo se propuso librar los fondos del arriendo de la Cañada de Aguas Frías y librar otros 500 rs para el aderezo del rastrillo de la Puerta del Puente y el cuerpo de guardia de la Trinidad. El 1 de diciembre se libraron 53 rs. a Antonio Morgado por los rastrillos de la Puerta d la Trinidad. El día 12 del mismo mes se ordenaba un nuevo pago y el 9 de enero de 1651 Antonio Morgado recibió 200 ducados por sus trabajos. Esta cantidad se descontaría de los 3 y 6 mrs. impuestos en cada arroba de vino, que en principio se había destinado a la limpieza y empedrado de las calles. Parece que tras estas reparaciones los rastrillos y puertas quedaron en un estado aceptable.

Tendrán que pasar varios años para que encontremos nuevas referencias a la puerta. En efecto, en el Informe de Francisco Domingo (1679) se apunta que sus puertas estaban de poco servicio.



Puerta de la Trinidad. Plano de Badajoz de mediados del siglo XVII (Krigsarkivet, Estocolmo). Delante de la puerta se observan las obras levantadas a raíz de la Guerra de la Restauración de Portugal (1640-1668).Comenzando de dentro a fuera encontramos dentro de la ciudad ya al izquierda de la puerta el puesto de guardia ($). Justo al salir y delante de la puerta una estacada (recinto cuadrado punteado). Delante la media luna levantada con terraplenes sin revertir de piedra y por último un foso o cava bordeaba la media luna en su cara exterior. SÁNCHEZ RUBIO, C.M.; SÁNCHEZ RUBIO, R.: Badajoz en el Krigsarkivet. El hallazgo de la visión más lejana, Excmo. Ayuntamiento, Badajoz, 2003.

Además de las actuaciones en los elementos de cierre (puertas y rastrillos) las autoridades municipales también prestaron mucha atención al cuerpo de guardia. En efecto, al ser una de las dos puertas que permanecieron abiertas durante la guerra, contó con un puesto de guardia desde el que se abastecía al puesto de guardia del olivar de los Frailes de la Trinidad (15). El plano de Badajoz del Krigsarkivet nos muestra que el cuerpo de guardia se encontraba intramuros y seguramente muy cerca del arranque de la escalinata que subía a la capilla de la Virgen de las Angustias. Debió ser una obra poco consistente pues, el 12 de mayo de 1650 se ordenó su reforma (16). Como ya hemos adelantado, las obras se iniciaron pero la cantidad adjudicada se quedó corta por lo que el día 20 de mayo el Cabildo ordenó librar 500 rs. para la reparación del rastrillo de la Puerta de Palmas y el cuerpo de guardia de la Puerta de la Trinidad.

La media luna que se levantaba delante de la puerta contaba con su propio cuerpo de guardia. La existencia de dos cuerpos de guardia en la puerta (uno intramuros y otro en la media luna) queda de manifiesto en la relación de obras que se comprometió a realizar Francisco Domingo el 12 de agosto de 1665

“…En la puerta de la Santisima Trinidad he de adereçar el cuerpo de guardia donde estan los soldados el qual ha de lleuar duçientas tejas: medio cahiz de cal y los demas aderentes= y he de çerrar la puerta alta de la escalera y adereçar el rincon.
He de adereçar el cuerpo de guardia de las armas y poner vn quarton, doscientas tejas y vna carga de cal.
Fuera de la puerta en la media luna e de aderezar el cuerpo de guardia de la cavalleria el qual nesecita de tres haçes de caña: cuatrocientas tejas, ocho carretadas de piedra y doçe cargas de barro, vna carga de cal y los demas aderentes…” (17)

La media luna fue la obra de mayor envergadura de las que se construyeron para asegurar la puerta. Las medias lunas eran fortificaciones de planta triangular y paredes en talud que tenían como objetivo cubrir a otro elemento, situado tras ella, de los impactos directos de la artillería. Asimismo las medias lunas hacían más complicado que el enemigo pudiese acercarse hasta las puertas para volarlas. La media luna contaba con su propia puerta, rastrillo y cuerpo de guardia. Algunos autores sostienen que se construyó en 1642 (Luis Marinho), otros fechan la obra en 1643 (conde de Santiesteban) (18). En cualquier caso, las medias lunas de la Trinidad y Santa Marina fueron las primeras que se construyeron para reforzar las viejas murallas medievales que cercaban Badajoz.

La media luna se adosó a los muros de la cerca medieval. Estaba construida con terraplenes sin revestimiento de piedra (camisa) y estaba precedida de un pequeño “foso”. La entrada se emplazada en la cara izquierda de la media luna.

Resulta sorprendente que no se prestara más atención a la media luna pues cubría uno de los puntos más vulnerables del recinto fortificado de Badajoz. Para hacernos una idea de su debilidad sólo tenemos que recordar las palabras de Diego Caballero que en un informe, fechado el 6 de febrero de 1665, decía de ella

“…La media luna que cubre la puerta de la Trinidad está de mala calidad y pide pronto reparo…” (19)

Posteriormente Luis de Venegas (informe de 8 de julio de 1677) señalaba

“…La media luna de la puerta de la trinidad es muy pequeña pero en la consideración que está metida en un balle y que en ocasión de ataque por aquella parte (…) y estar la dha. media luna de la Trinidad muy arruinada y desecha por ser de tierra necesita de revestirla de piedra y cal de un vara de grueso y ponerle su puente levadizo y asi mismo acabar la estrada cubierta…” (20)

La puerta estaba reforzada con otras obras:

-Una estacada entre la puerta y la media luna. La estacada hacia las veces de las modernas alambradas (plano de Badajoz del Krigsarkivet, Estocolmo).
-El camino cubierto construido por Diego Caballero. Este elemento se extendía delante del foso de la media luna y se prolongaba algunos metros en dirección a la Torre del Canto del Rivillas (plano de Francisco Domingo, 1679).



Puerta de la Trinidad. Plano de Francisco Domingo (1679). I.H.C.M., Colección Aparici-XXVIII. Delante de la puerta se observa la media luna y delante de ella el camino cubierto (color verde). Los dos baluartes que aparecen representados en rojo se corresponden con los que propuso levantar Francisco Domingo si bien en ese momento (1679) no estaban construidos.

En conjunto, los mejores testimonios para visualizar la estructura y la apariencia externa de la puerta los encontramos en los planos del Krigsarkivet (Archivo Militar, Estocolmo), Luis de Venegas (1677), Francisco Domingo (1679) y especialmente la vista de Pier María Baldi (1668).

Como ya hemos adelantado en otros capítulos las autoridades no se limitaron a fortificar las puertas también procuraron su vigilancia para evitar tanto la fuga de desertores como la entrada de espías. Así, el día 17 de enero de 1641 se acordó el nombramiento de los regidores que debían vigilar el paso por las puertas del Puente, Santa Marina, Trinidad y Mérida. Esta media se volvió a confirmar en los cabildos de los días 18 de septiembre de 1643 y 14 de septiembre de 1645.

Cuando acabó la guerra (tratados de Lisboa y Madrid, 1668) los trabajos en las fortificaciones de la ciudad se limitaron a mantener las obras existentes y reparar los tramos que periódicamente se iban arruinando. La situación cambió radicalmente cuando a finales del siglo XVII la Corona decidió fortificar Badajoz con un recinto abaluartado moderno. La muralla abaluartada, que debía sustituir a la vieja cerca medieval, se inició en la esquina de la Trinidad que era el punto más vulnerable de Badajoz.

Antes de construir las nuevas fortificaciones era preceptivo un proyecto realizado por un ingeniero. Merece la pena que nos detengamos, aunque sólo sea brevemente, en los principales proyectos que presentaron para fortificar esta zona. Los proyectos más ambiciosos se deben a los ingenieros Ventura Tarragona, Luis de Venegas, Nicolás de Langres y Francisco Domingo (21).



Proyectos de Luis de Venegas para fortificar la esquina de la Trinidad (1677). I.H.C.M., Colección Aparici-XXVIII. En color rojo y marcado con la letra B el primer proyecto que se remonta al año 1658. En verde y marcado con la letra C el segundo proyecto. En marrón y Negro y marcadas con al letra A aparecen las obras que existían en ese momento (cerca medieval, media luna de la Trinidad, estacada de la Trinidad, Baluarte de los Hornos Caleros y camino cubierto de Francisco Domingo-Langres.

-El primer proyecto fue obra de Luis de Venegas si bien se añadieron después aportaciones de los ingenieros Ventura Tarragona y Nicolás de Langres. En este proyecto la nueva línea fortificada discurría por una cota más elevada que la muralla medieval. Con este trazado las nuevas fortificaciones no estarían dominadas desde el Cerro de la Picuriña aunque el convento de la Trinidad y la vieja puerta quedarían extramuros. El proyecto no llegó a ejecutarse.
-El segundo proyecto fue elaborado también por Luis de Venegas y pretendía salvar los problemas que presentaba el primero. Para ello la línea fortificada se trazó por las inmediaciones del Rivillas dejando intramuros al convento de la Trinidad, la puerta y varias casas de la ciudad que en el proyecto anterior quedaban extramuros. Por desgracia con este trazado las nuevas fortificaciones seguían dominadas desde el Cerro de la Picuriña




Proyecto de Francisco Domingo (1679). I.H.C.M., Colección Aparici-XXVIII. En Rojo aparece el proyecto para construir dos baluarte y sus cortinas.


-En junio de 1679, se estudió el presupuesto de un tercer proyecto que a iniciativa de Antonio Paniagua había realizado Francisco Domingo. En este proyecto se contemplaba la construcción de dos baluartes que dejarían intramuros al convento de la Trinidad.

El proyecto de Francisco Domingo fue el elegido y se tramitó y ejecutó con una rapidez inusitada. En efecto, Francisco Domingo realizó el presupuesto de las obras el 2 de junio. El presupuesto se incorporó al informe que Antonio Paniagua envió al Consejo de Guerra (2 de junio de 1679). Pues bien, el día 3 de marzo de 1680 Antonio Ravanales, maestro albañil, y su compañero Juan Marcos ya tenían adjudica la obra de la fabrica de los baluartes y muralla de la puerta de la santisima Trinidad (22). Si nos fiamos de la fecha que aparece grabada en la portada interior, en el año 1680 la zona contigua a la nueva puerta de la Trinidad ya estaba concluida. Otras fuentes resultan menos precisas y se limitan a señalar que el baluarte de la Trinidad se levantó siendo Antonio Paniagua gobernador de las armas de Extremadura. En efecto, en el Cabildo del día 25 de junio de 1691 se apunta que la Puerta de la Trinidad se hizo en tiempo del Sr. Ant. Paniagua (23). Por su parte en la Relacion sobre el adelantamiento de la muralla de la nueva fortificacion desta plaza de Badajoz (10 de septiembre de 1694) se dice que Antonio Paniagua comenzó el Baluarte de la Puerta de la Trinidad (24).

Posiblemente la Corona aceleró la tramitación de las obras espoleada por las noticias que se tenían sobre las precauciones que estaban tomando los portugueses ante un posible enfrentamiento con Castilla. Tampoco debemos obviar que en la rápida ejecución de la obra pudo intervenir también el miedo a la peste. En efecto, para evitar la llegada de enfermos de peste el Cabildo Municipal ordenó tapiar los portillos, cerrar las puertas y sobre todo controlar la llegada de forasteros.

Es decir, en 1680 la vieja puerta de la Trinidad había sido demolida y en su lugar se había construido una nueva que se abría en el flanco izquierdo del baluarte homónimo. Esta segunda puerta es la que se conserva en la actualidad.

En el Informe de Francisco Domingo se hace una primera descripción de como debía ser la nueva puerta

“…se podra poner portado de cantería por ser una de las dos puertas principales de la Plaza con un medio cañon de ladrillo del mismo largo del terraplen que pueda pasar artilleria sobre el y puertas nuebas por estar las de la puerta que se condena (se refiere a la vieja puerta de la Trinidad) de poco servicio, costara todo mil y quinientos escudos…” (25)

Es decir, la portada exterior se construiría con sillería de granito. No se habla de la portada interior pero sabemos que entre ambas se extendía una bóveda de cañón capaz de aguantar el peso de los cañones. En efecto, sobre la bóveda de la puerta discurría el adarve por el que, llegado el caso, tenían que circular las piezas de artillería. En la fachada exterior se dispuso el escudo real. El escudo de Badajoz, que lucía la vieja puerta no pudo trasladarse a la nueva pues estaba pintado en el muro. No obstante, la ciudad tenía previsto encargar uno de piedra para colocarlo en la nueva puerta. En la cara interior no debió disponerse capilla ya que cuando se trasladaron las imágenes de la Virgen que ocupaban las capillas de las puertas (agosto de 1761) no se menciona a la Puerta de la Trinidad. Desconocemos donde se trasladó la imagen de la Virgen de las Angustias que estaba en la vieja puerta pero parece que no se reubicó en la nueva puerta.



Puerta de la Trinidad. Fachada exterior.



Puerta de la Trinidad. Fachada interior.

Pese a la simplicidad de la nueva puerta, el conde de Montijo pretendió tomarla como modelo para las demás puertas que se abrirían en el nuevo recinto abaluartado de la ciudad (puertas de Mérida y Pilar). En efecto, el Cabildo Municipal solicitó que las puertas del recinto abaluartado mantuviesen los escudos Badajoz y las mismas capillas que había en las viejas. El Conde se negó y respondió que todas quedarían como la nueva puerta de la Trinidad, es decir, sin escudo. En realidad, el Conde sólo pretendía justificar su deseo de colocar su propio emblema en las nuevas puertas en lugar del escudo Badajoz. Deseo que finalmente verá cumplido en las puertas de Mérida y Pilar.

El principal problema que presentaba la nueva puerta se refiere a su emplazamiento. En efecto, Francisco Domingo, dispuso la puerta en flanco izquierdo de Baluarte de la Trinidad ya que en este emplazamiento no podría ser enfilada al quedar cubierta con el cerro del castillo (26). El primer ingeniero que propuso esta localización fue Luis de Venegas que en su segundo proyecto de fortificación propuso situar la puerta en el flanco del baluarte que rodeaba al convento de la Trinidad. Esta ubicación iba contra la norma de la fortificación abaluartada que establecía que las puertas debían situarse en el centro de las cortinas para que pudieran ser batidas desde los flancos de los baluartes contiguos. Así Sebastián Fernández de Medrano en su obra el Arquitecto perfecto en el arte Militar (1700) señala sobre este asunto que

“… En algunas partes se han colocado (las puertas) en la cara del Balvarte, y otras en el flanco; mas reconoziendo que este (el flanco) se enflaquece, haviendo de ser la principal defensa, y que à la cara del Balvarte se oponen de ordinario las Baterias para abrir la brecha, son pocos de opinión de abrirlas en dichas parajes (caras o flancos de los baluartes) (…) Razon porque su lugar principal es en medio de la Cortina donde están defendidas de los Flancos colaterales…” (27)

Los ingenieros que estudiaron las fortificaciones de Badajoz no se cansaron de criticar la incorrecta ubicación de la puerta. Así, Juan Muñoz Ruesta (Informe de 21 de febrero de 1698) señalaba

“…La puerta de la Trinidad (…) está en el flanco es contra la máxima: debe colocarse en medio de la cortina y con esto estará defendida de los dos flancos colaterales, y siendo así quedará el flanco en mejor posición para administrar la defensa que á el toca y pertenece…” (28)

Por otro lado su trazado rectilíneo tampoco era el más adecuado. En efecto, Sebastián Fernández de Medrano recomendaba que las puertas tuviesen entre 11 y 12 pies de ancho y hasta 15 de alto y

“… que vaya bolviendo, y no derecha, para escusar que no quede enfilada la calle de la Campaña: ò que arrimando un Petardo à la primera Puerta, abra brecha en las demas…” (29)

Es decir, la puerta debía seguir un trazado curvo de modo que las dos portadas, exterior e interior, no estuviesen enfiladas.

La crítica más completa a la puerta (ubicación construcción, etc.) aparece en el informe del 11 de diciembre de 1779. En dicho informe se denuncia que el convento de la Trinidad ocupaba la mayor parte del baluarte e impedía realizar algunas obras que eran fundamentales. Finalmente en el año 1779 se superó el problema

“…en la mejor forma posible avilitando paso para la comunicación del recinto y del publico por el pie del terraplen y crecido este todos los doce pies de altura que le faltaban…” (30)

También recoge las consecuencias que la presencia del convento ha tenido para la configuración de la puerta ya que la mole del edificio del convento impedía

“…que pudiesen alargarse las bovedas del paso de la puerta, la del cuerpo de guardia del oficial, y la de una surtida que sale al foso p. junto al angulo del flanco con la cortina y son lo que causa la mayor angostura del adarve ò plataforma del flanco…” (31)

Sigue el autor criticando la incorrecta ubicación de la puerta. Para subsanar todos los defectos propone

“…establecer la puerta al comedio de la cortina con disposición de poner su puente levadizo que tambien concurre frente de una calle de la población nada menos ancha que la calle de la Trinidad y que se interna mas que en dentro del pueblo y la cruzan varias otras principales lo que no tiene àquella…” (32)

Como ya hemos dicho en otras ocasiones, la zona de la Trinidad era la más vulnerable de la Plaza. Por este motivo se multiplicaron los proyectos para reforzar la muralla y la campaña más próxima (luneta de San Roque, fuerte y flecha de la Picuriña, tenaza de la Trinidad, cubrecaras, etc.) Entre estos proyectos debemos destacar el que elaboró Juan de Subreville en 1738 (33).

Pese a todo, conocemos pocas obras asociadas directamente a la puerta desde su construcción en 1680. La más importante fue la reforma del cuerpo de guardia cuyas condiciones se publicaron el 23 de abril de 1689. En el pliego de condiciones se estipulaba que el cuerpo de guardia se levantaría

“… al lado de la mano derecha saliendo, que sirba de pared, para el caballate (sic), la muralla antigua, de tapias de ormigon de treinta y seis baras de largo, y de ancho, el que tiene oy heçho…”(34)

En el cuerpo de guardia se construiría también un portado y una chimenea. Cuando el maestro albañil Juan Alonso hizo postura por esta obra también se comprometió a demoler el cuerpo de guardia viejo quedando todo lo que coxe llano para la entrada y salida de la puerta.



Puesto de Guardia de la Trinidad. Plano de José Calderón y Manuel Ortega (1868), S.G.E., plano 173

Con la ayuda de los planos de Francisco de Iznardo (1844), Francisco Coello (1853), y José Calderón y Manuel Ortega (1868) podemos visualizar la planta y el emplazamiento del cuerpo de guardia dentro del baluarte. Estos planos muestran que el cuerpo de guardia se levantaba entre el convento de la Trinidad y la puerta. Asimismo el costado que estaba adosado al terraplén del baluarte debió aprovechar la cerca vieja tal y como se recogía en el pliego de condiciones. En la actualidad no se aprecian restos ya que su ubicación viene a coincidir con la brecha por la que discurre la carretera de San Roque.


En el exterior de la puerta lo más destacable es la construcción de un doble tambor de planta cuadrada. No podemos fechar este elemento tan sólo constatar que aparece en un plano de 1735.



Tambor de la puerta de la Trinidad en 1735. Plano de Diego de Bordick. (S.G.E., Extremadura 117).

Curiosamente, en el plano del año 1739 no aparece.


La obra volvió a construirse pues está reflejada en el plano de Pedro Ruiz de Olano (12 de marzo de 1772).



Tambor de la Puerta de la Trinidad en 1771. Plano de Pedro Ruíz de Olano (Cartoteca histórica del I.H.C.M, 3093/017-199.) Tomado de Javier Teijeiro y Álvaro Meléndez: La fortificación abaluartada de Badajoz en los siglos XVII y XVIII, Tajo-Guadiana, Badajoz, 2000, pág. 244).

La mejor descripción de esta obra aparece en el informe del 11 de diciembre de 1779 la describe con precisión. En dicho informe se apunta que para cubrir la puerta ante un ataque por sorpresa se construyó delante

“… una especie de tambor rectángulo que la cubre en el mismo foso para siquiera tenga el rastrillo que la cierra para no dejarla à la sencillez de su madera…”(35)

En el mismo informe se advierte que esta obra, construida para defender la puerta, ofrece más ventajas a los atacantes que a los defensores

“… porque su fabrica y los robusto machones que sostienen el rastrillo tendrian à cubierto al agresor de la fusileria del flanco òpuesto; unico que la puede defender
Por consiguiente tampoco está con disposición ni proporción de ponerle puente levadizo como es esencial…” (36)



Tambor de la Puerta de la Trinidad en 1779. Plano de Manuel Navacerrada (A.G.S., M.P.D., XXX, 41).Tomado de María Cruz Villalón (coord) Ciudades y núcleos fortificados de la frontera Hispano-lusa, Universidad de Extremadura, Servicio de Publicaciones , Cáceres, 2007, pág.133).

En otras ocasiones las obras y reformas se centraron en los puentes. En efecto, el 14 de diciembre de 1739 el capitán General de Extremadura y el ingeniero Juan Bautista Mac Evan informaron al Cabildo Municipal que los puentes provisionales de las puertas de la Trinidad y Pilar necesitaban ser reparados (37). En el año 1745 la Corona ordenó construir otro puente de madera para salvar el curso del Rivillas. Finalmente en la década de los años cuarenta se construyó el puente actual (38)

Durante la Guerra de la Independencia el ingeniero francés, Coronel Lamare, represó las aguas del Rivillas para inundar los fosos contiguos y aumentar las defensas de aquel sector de la fortificación. A raíz de la inundación el paso por la puerta se hizo más dificultoso. Así, Manuel Pueyo en su informe del 24 de agosto de 1812 dice que la puerta estaba abierta al tránsito pero

“… por razón de la inundación de los fosos solo sirve en la actualidad (1812) pª cavallerias y gentes de a pie…” (39)

En realidad, no era un problema nuevo. En efecto, cuando el Rivillas se desbordaba sus aguas penetraban en la ciudad por la puerta e impedían el paso por ella. La riada de 1766 además arruinó el baluarte de la Trinidad.

La puerta perdió todo su peso cuando las autoridades decidieron abrir una brecha en el baluarte de la Trinidad para facilitar las comunicaciones con el barrio de San Roque (1931-1936). Desde entonces la puerta quedó relegada a una entrada secundaria ya que el tránsito se encauzó por la brecha (40).




Caños de drenaje que se abren a ambos lados del ángulo flanqueado del baluarte de la Trinidad




Detalle del caño de drenaje de la cara derecha


Las autoridades municipales también prestaron mucha atención a otro elemento situado junto a la puerta: el Caño de la Loba. En algunas ocasiones el Caño de la Loba aparece citado como un desagüe destinado a drenar esta zona de la ciudad (41). No debemos olvidar que el baluarte de la Trinidad está situado en la parte baja de la ciudad y hacia él desaguan varias calles. Por este motivo el baluarte debió contar con importantes aliviaderos como los que se abren en su ángulo saliente o flanqueado. No estamos en condiciones de situar al mencionado Caño de la Loba ya que en el entorno inmediato de la puerta existen tres vanos susceptibles de identificarse con el susodicho caño:



Poterna situada en el ángulo flanqueante izquierdo del baluarte de la Trinidad. En la actualidad semienterrada.


-El primero se abre junto a la puerta y se emplaza en el ángulo flanqueante del baluarte. En la actualidad está casi enterrado. El vano se cierra con un arco escarzano de cinco dovelas con la clave destacada. Sobre el arco anterior aparece otro de descarga realizado con grandes lajas de pizarra. Su utilidad como poterna está perfectamente documentada.



Poterna situada en el centro de la cortina comprendida entre los baluartes de la Trinidad y San Pedro.
-El segundo vano es una poterna. Se encuentra en el centro de la cortina que une los baluartes de la Trinidad y San Pedro. Técnicamente es idéntico al anterior. Es decir, arco escarzado con tres dovelas, clave resaltada y arco de descarga realizado con lajas de pizarra. Este vano debe ser el que Matías Lozano identifica como el Caño de la Loba y que según este autor también se utilizaba para hacer la aguada en la fuente del Rivillas (42).



Caño de la Manteca


-El tercer vano es el más angosto. Como los anteriores presenta arco de descarga de pizarra pero el vano está cerrado con un dintel en el que aparece la inscripción La man ntecA. Dadas sus dimensiones es el que mejor se ajusta a un caño de desagüe al tiempo que no parece factible que pudiera ser habilitado como puerta.

El informe de Manuel Pueyo (24 de agosto de 1812) y plano de Francisco de Iznardo (1844) resultan definitivos a la hora de fijar la utilidad de los elementos que hemos descrito. En primer lugar, Manuel Pueyo señala

“…tiene la Plaza tres poternas; una en el flanco derecho del baluarte de S. Vicente: otra al lado de la Puerta de Trinidad y la 3ª en su cortina proxima, pero en todas tres estan tapiadas las puertas que corresponden al foso…” (43)

Es decir, de los tres vanos que hemos citado los dos primeros eran poternas aunque se habían tapiado las salidas al foso de modo que la bóveda de la puerta pudiera utilizarse como refugio a prueba de bombas.

Por su parte Francisco de Iznardo (1844) también nos muestra que el primer vano, situado en al flanco izquierdo del baluarte; se utilizaba como poterna.

Por último, los planos de Francisco de Iznardo (1844), Francisco Coello (1853), y José Calderón y Manuel Ortega (1868) muestran lo que pudiera ser una poterna o al menos una salida de aguas que partía de un lateral del cuerpo de guardia. Desgraciadamente este vano no es visible ya que fue demolido al abrir la brecha de la Trinidad. En tanto no podamos confirmar la utilidad y características de este elemento no nos atrevemos a señalar la ubicación exacta del Caño de la Loba



NOTAS



1.GUERRA GUERRA, A.: Seis cartas de los Reyes católicos con sentencias Privilegios y declaraciones acerca de los bienes de la ciudad de Badajoz, Diputación Provincial, Badajoz, 1973, pág. 33.
2.Plano de Badajoz del año 1645 (SÁNCHEZ RUBIO, C.M.; SÁNCHEZ RUBIO, R.: Badajoz en el Krigsarkivet. El hallazgo de la visión más lejana, Excmo. Ayuntamiento, Badajoz, 2003).
3.A.H.M., Badajoz., Libro de Acuerdos, 19 de febrero de 1691, fol. 19. Aunque se utiliza el término pintado no excluimos que en realidad fuese un escudo esgrafiado.
4.A.H.M., Badajoz., Libro de Acuerdos, 29 de agosto de 1639, fol. 201.
5.A.H.M., Badajoz., Libro de Acuerdos, 1 de septiembre de 1639, fol. 202v.
6.A.H.M., Badajoz., Libro de Acuerdos, 5 de noviembre de 1637, fol. 117.
7.A.H.M., Badajoz., Libro de Acuerdos, 5 de noviembre de 1637, fol. 117.
8.A.H.M., Badajoz., Libro de Acuerdos, 11 de octubre de 1645, fol. 86v.
Tirso Lozano Rubio señala que la entrada del obispo fue el día 10 de octubre (LOZANO RUBIO, T.: Suplemento a la Historia eclesiástica de la ciudad y obispado de Badajoz de D. Juan Solano de Figueroa y Altamirano, Tip. Alianza, Badajoz, 1935, pág. XL).
9.En el caso del obispo Diego López de la Vega Tirso Lozano Rubio especifica que la entrada se efectuó por la Puerta de la Trinidad ya que la Puerta de Santa Marina estaba cerrada (LOZANO RUBIO, T.: Suplemento a la Historia eclesiástica de la ciudad y obispado de Badajoz de D. Juan Solano de Figueroa y Altamirano, op. cit., pág. LV; A.H.M., Badajoz., Libro de Acuerdos, 27 de marzo de 1650, fol. 25).
En la recepción del Obispo Gabriel Esparza se hace la misma aclaración (A.H.M., Badajoz., Libro de Acuerdos, 2 de junio de 1659, fol 23, 23v).
10.A.H.M., Badajoz., Libro de Acuerdos, 3 de julio de 1648, fol. 35v-36.
11.A.H.M., Badajoz., Libro de Acuerdos, 5 de julio de 1648, fol. 49v.
12.A.H.M., Badajoz., Libro de Acuerdos, 16 de julio de 1648, fol. 39.
13.A.H.M., Badajoz., Libro de Acuerdos, 27 de julio de 1648, fol. 42.
14.A.H.M., Badajoz., Libro de Acuerdos, 14 de febrero de 1650, fol. 12v.
15.A.H.M., Badajoz., Libro de Acuerdos, 5 de noviembre de 1646, fol. 80v.
16.A.H.M., Badajoz, Libro de Acuerdos, 12 de mayo de 1650, fol. 36v.
17.CORTÉS CORTÉS, F.: “1640-1668: Fortificaciones en Extremadura”, Revista de Estudios Extremeños, XLII-1, Badajoz, 1986, pág. 195.
18.GARCÍA BLANCO, J.: Las fortificaciones de Badajoz durante la guerra de la Restauración de Portugal (1640-1668), Aprosuba-3, Badajoz, 2001, pp. 36-37.
19.I.H.C.M., Madrid, Colección Aparici-XXVII, fol. 287.
20.I.H.C.M., Madrid, Colección Aparici-XXVIII, ff. 143-152.
21.Estos proyectos están magníficamente estudiados por María Cruz Villalón: “las murallas de Badajoz en el siglo XVII”, Norba-Arte, VIII (1988), Universidad de Extremadura, Cáceres, pp. 126-132; Javier Teijeiro y Álvaro Meléndez: La fortificación abaluartada de Badajoz en los siglos XVII y XVIII, Tajo-Guadiana, Badajoz, 2000, pp. 72-75.
22.A.H.P., Badajoz, Prot. 1680, fol. 83.
23.A.H.M., Badajoz, Libro de Acuerdos, 25 de junio de 1691, fol. 47v.
24.I.H.C.M., Madrid, Colección Aparici-XXVIII, fol. 218.
25.I.H.C.M., Madrid, Colección Aparici-XXVIII, fol. 178v.
26.I.H.C.M., Madrid, Colección Aparici-XXVIII, fol. 178v.
27.FERNÁNDEZ DE MEDRANO , S.: El arquitecto perfecto en el arte militar, Casa de Lamberto Marchant, Bruselas, 1700 (edición Facsimilar de Maxtor, Valladolid, 2001), pp. 137-138.
28.I.H.C.M., Madrid, Colección Aparici-XXVIII, fol. 225v.
29.FERNÁNDEZ DE MEDRANO , S.: El arquitecto perfecto en el arte militar, op. cit., pág. 138.
30.Propuesta y presupuesto para la conclusión y perfección del recinto magistral, en el frente que comprenden los baluartes de la Trinidad y de San Pedro, en la Plaza de Badajoz, 11 de septiembre de 1779, Catálogo General de Documentos, Documento 4020, 5-5-5-26, I.H.C.M., Madrid, fol. 2v
31.Propuesta y presupuesto para la conclusión y perfección del recinto magistral, en el frente que comprenden los baluartes de la Trinidad y de San Pedro, en la Plaza de Badajoz, 11 de septiembre de 1779, op. cit., fol. 3v.
32.Propuesta y presupuesto para la conclusión y perfección del recinto magistral, en el frente que comprenden los baluartes de la Trinidad y de San Pedro, en la Plaza de Badajoz, 11 de septiembre de 1779, op. cit., fol. 4.
33.CRUZ VILLALÓN, M.: Badajoz. Ciudad amurallada, Junta de Extremadura, Mérida, 1999, pp. 74-75.
34.A.H.P., Badajoz, Prot. 345, fol. 228.
35.Propuesta y presupuesto para la conclusión y perfección del recinto magistral, en el frente que comprenden los baluartes de la Trinidad y de San Pedro, en la Plaza de Badajoz, 11 de septiembre de 1779, op. cit., fol. 4.
36.Propuesta y presupuesto para la conclusión y perfección del recinto magistral…, op. cit., fol. 4.
37.A.H.M., Badajoz, Libro de Acuerdos, 14 de diciembre de 1739, ff. 130-131.
38.LOZANO TEJADA, M.: Badajoz y sus murallas, Colegio de Arquitectos de Extremadura, Grafisur, Los Santos de Maimona, 1983, pp. 109,110 y 112.
39.A.H.N., Diversos-Colecciones,120, N.3.
40.GONZÁLEZ RODRÍGUEZ, A.: Historia de Badajoz, Universitas Editorial, Badajoz, 1999, pág. 391.
41.En varios cabildos se ordena su limpieza para que desaguase perfectamente (A.H.M., Badajoz, Libro de Acuerdos, 27 de febrero de 1716, fol. 17; El 29 de abril 1723 se ordena limpiar el Caño de la Loba questa en la muralla para que salga la inmundicia, fol. 49v; 29 de octubre de 1731, fol. 165v).
42.LOZANO TEJADA, M.: Badajoz y sus murallas, op. cit., pág. 112.
43.A.H.N., Diversos-Colecciones,120, N.3.